Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid y de la Universidad de San Buenaventura de Colombia han creado un exosqueleto robótico para mejorar la terapia de niños con distrofia muscular de Duchenne (DMD), una enfermedad muy similar a la enfermedad de Becker.
El trabajo ha sido publicado en la revista Applied Sciences donde se especifica que los investigadores han querido centrarse en el diseño mecánico, electrónico y de sistemas de control del exosqueleto. Aunque supone una buena noticia que los números respalden el proyecto, es necesario esperar a una evaluación clínica para confirmar su rendimiento y eficacia. Una vez que se realice, se podrá hablar de “un impacto muy positivo en la calidad de vida de los pacientes”.
Al hablar de una enfermedad sin cura, este proyecto tiene la finalidad de ayudar al personal médico en los procesos de terapia con menor fatiga, mayor repetibilidad y valoración del progreso del paciente. "Está concebido como una herramienta de asistencia para el personal médico, quienes al final son los encargados de supervisar y ajustar las rutinas de movimiento para cumplir con los objetivos de rehabilitación", explican los investigadores Álvaro Gutiérrez y Jaime Arcos- Legarda.
Para realizar el diseño y rendimiento del exoesqueleto robótico se ha utilizado un modelo híbrido dinámico-matemático del exosqueleto y el cuerpo de un niño en función del físico de los niños con seis años en la población.
Es una enfermedad que provoca debilidad progresiva y pérdida de masa muscular en la que los niños acaban en sillas de ruedas desde muy pequeños. Se estima que afecta a 5 de cada 100.000 niños, aunque las niñas pueden ser portadoras y tener leves efectos. Esto se debe a que es un tipo de distrofia muscular relacionada con el cromosoma X, la causa principal de que la padezcan más los niños.
La mayoría de los síntomas suelen aparecer en la etapa de la niñez, pese a que existen algunos que pueden salir más tarde. El principal signo de este tipo de distrofia común es la debilidad muscular progresiva pero también se pueden incluir: caídas, dificultad para levantarse, problemas para correr, caminar en puntillas, rigidez muscular, problemas de aprendizaje, retraso en el crecimiento, pantorrillas con músculos grandes y la marcha de pato.
Para confirmar el diagnóstico, se necesita un examen completo del sistema nervioso, pulmones, corazón y músculos. Dentro de las pruebas que pueden realizarse para detectarlo están: la electromiografía (una técnica de registro de la actividad eléctrica de los músculos), una prueba de ADN para detectar la mutación o una biopsia muscular para extraer un segmento del tejido muscular e identificar si hay proteína distrofina o no.
Y aunque la esperanza de vida es ínfima para estos pacientes, en los que la mayoría fallecen antes de los 30 años, se ha comenzado con una nueva terapia génica que ha sido un éxito en ratones, perros y gatos. De momento, la terapia continúa en fase experimental para los humanos.