Una niña de siete meses de Boston (EEUU) no lo sabe, pero ha entrado en la historia. Y es que hablamos de una de las primeras personas que se han sometido a una operación cerebral experimental mientras estaba aún en el útero de su madre. La pequeña se encuentra ahora en perfecto estado, la operación ha podido salvarle la vida.
Antes de nacer, esta niña desarrolló una condición peligrosa, conocida como malformación arteriovenosa de la vena de Galeno (MAVG), que hizo que la sangre se acumulara en una especie de embolsamiento de 14 milímetros de ancho en su cerebro. Se detectó en la semana 30 de embarazo. La condición podría haber resultado en daño cerebral, problemas cardíacos y dificultades respiratorias después de su nacimiento. Podría haber sido fatal. Un hito que recoge 'MIT Technology Review'.
Los médicos han realizado en más ocasiones esta operación, mientras el feto está en el útero, pero esta es la primera vez que se utiliza para tratar la citada condición (MAVG). Esta se produce cuando una vena se conecta con una arteria en el cerebro -los dos tipos de vasos conductores tienen diferentes funciones y deben estar separados-. Las arterias se encargan de transportar sangre oxigenada a alta presión desde el corazón y las venas, de paredes delgadas, de transportar sangre a baja presión hacia el otro lado.
Al combinarse ambos vasos, el flujo de sangre a alta presión de la arteria puede estirar las paredes delgadas de la vena. Darren Orbach, radiólogo del Boston Children's Hospital en Massachusetts, ha apuntado en este sentido: "Con el tiempo, la vena se infla como un globo". Como resultado, el menor puede presentar serios problemas de salud, ya que la circulación puede verse afectada incluso en otras partes del cerebro y otros órganos, como los pulmones y los riñones.
Se cree que los fetos con la afección están protegidos por la placenta hasta cierto punto. Pero eso cambia desde el momento en que se pinza el cordón umbilical al nacer. “De repente, se coloca esta enorme carga sobre el corazón del recién nacido”, dice Orbach.
“La mayoría de los bebés con esta afección se enfermarán muy rápidamente”. Varios equipos están intentando tratar la afección antes de que esto suceda, mientras el feto aún está dentro del útero. Orbach es miembro de uno de esos equipos. Él y sus colegas en el Boston Children's Hospital y el Brigham and Women's Hospital, registraron un ensayo clínico en 2020 para evaluar si la cirugía cerebral fetal podría ayudar.
Los padres de la niña que ha hecho historia se inscribieron en un ensayo clínico de un tratamiento quirúrgico en el útero para ver si los médicos podían intervenir antes de que se materializara alguno de estos resultados. Y parece haber funcionado. La madre de la niña fue remitida al ensayo clínico de Orbach. El 15 de marzo, a las 34 semanas, se sometió a la operación experimental, un procedimiento de dos horas que involucró a una gran variedad de profesionales médicos.
Primero, a la madre se le administró anestesia epidural para evitar que sintiera nada en la mitad inferior de su cuerpo. Sin embargo, permaneció despierta durante el procedimiento, dice Orbach. “Llevaba audífonos y escuchaba música”, dice. El segundo paso implicó mover físicamente al feto alrededor del útero, para asegurarse de que se pudiera acceder al cerebro desde el frente. Antes de que comenzara la cirugía, se le administró una inyección al feto para evitar el dolor y el movimiento.
Luego, los médicos usaron imágenes de ultrasonido para ayudarlos a guiar una aguja a través del abdomen de la madre, la pared del útero y el cráneo del feto hasta la malformación en el cerebro. El equipo médico introdujo un pequeño catéter a través de la aguja para colocar una serie de diminutas espirales de platino en la bolsa llena de sangre. Una vez que cada uno fue liberado, se expandió, ayudando a bloquear el punto donde la arteria se unía a la vena.
Mientras trabajaban, iban controlando de cerca el flujo sanguíneo en el cerebro del feto. Una vez que vieron que había vuelto a niveles saludables, dejaron de inyectar bobinas y retiraron la aguja con cuidado. La niña nació sana un par de días después. "No ha necesitado ningún tratamiento para la malformación. El cerebro se ve muy bien", dice Orbach. Ahora se plantean tratar a más fetos de la misma manera. Otras afecciones cerebrales similares podrían beneficiarse del mismo enfoque.