Entre los meses de abril y junio los alérgicos sufren especialmente, aumentando el riesgo de padecer congestión nasal continuada, picores en la piel, irritación ocular, estornudos, problemas relacionados con el aparato respiratorio, etc. Esto provoca una incomodidad manifiesta en su día a día, incluido el momento en el que conducen, ya que circular con alergia –o con un resfriado o una gripe– aumenta el peligro de sufrir un accidente.
Si analizamos los síntomas más habituales de un alérgico, podemos percatarnos de que buena parte de ellos afectan a la calidad de la conducción: desde el constante lagrimeo que empeora la visión, hasta un aumento de la fatiga y la somnolencia, pasando por las cadenas de estornudos que apartan la atención de la carretera.
Todos ellos se han de tener presentes en el momento de ponerse frente al volante y salir al asfalto, ya que cualquier distracción o ataque alérgico puede ser fatal. La Dirección General de Tráfico asegura que “estornudar durante cinco segundos seguidos mientras se conduce a 90 kilómetros por hora implica dejar de prestar atención a la carretera durante más de 125 metros”.
Si se tiene presente que “conducir con alergia puede aumentar un 30 % el riesgo de sufrir un accidente durante el trayecto” y que “hasta el 75 % de las personas alérgicas admite que la alergia reduce su capacidad para conducir”, según la DGT, la primera recomendación es evitar cualquier desplazamiento al volante cuando los síntomas son más agudos.
En caso de que los síntomas aparezcan mientras se conduce, lo más adecuado será aminorar la marcha y parar en el primer lugar que sea posible. Nunca hay que forzar la situación, ya que eso podría llevar a un accidente.
Conscientes de este problema que afecta a un 30 % de la población, los responsables de la DGT señalan unos consejos que todo alérgico debe considerar:
Además de estos consejos, existen otras recomendaciones que evitarán una conducción más peligrosa para las personas que sufren alergia:
Consultar los niveles de polen antes de cada viaje.