El último Eurobarómetro elaborado por la Comisión Europea desvela que el 54 % de los españoles considera que el principal problema al que se enfrenta el país es la inflación, mientras que para un 24 % es directamente la situación económica. Estos datos revelan que los problemas relacionados con la economía global y, sobre todo, la personal son los que más nos quitan el sueño, hasta tal punto que hay quienes sufren estrés financiero.
Tal y como su nombre indica, el estrés financiero tiene como origen los problemas económicos por los que pueda estar pasando una persona. La vulnerabilidad que siente ante una situación de escasez da lugar a ataques de ansiedad, así como a depresión, insomnio, dolores de cabeza e incluso problemas digestivos.
Y no es de extrañar, ya que el estrés provoca que el cuerpo libere hormonas que mantienen alerta al cerebro, causando que los músculos aumenten la tensión y elevando el pulso. Para afrontar una situación pasajera es beneficioso, pero cuando el estrés perdura en el tiempo, provoca problemas de salud como presión arterial alta, insuficiencia cardíaca, diabetes, obesidad, depresión, ansiedad, problemas en la piel y problemas menstruales, tal y como explica la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
El hecho de que el estrés sea provocado por una situación económica inestable no importa a la hora de comprobar cuáles son las consecuencias que puede tener en la salud de una persona.
Como hemos apuntado, este trastorno aparece en las personas que no son capaces de gestionar las emociones que le provocan los problemas económicos. Esos problemas pueden ir desde deudas contraídas que no se pueden pagar, hasta un descenso paulatino de los ingresos, pasando por el miedo a no acceder a las pensiones una vez que llegue la edad de jubilación. De hecho, hasta la “mala conciencia” por no ahorrar lo suficiente para afrontar cualquier imprevisto puede ser el germen de este trastorno.
La situación económica actual de inflación no ayuda a que el estrés financiero desaparezca. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) realizó el pasado mes de diciembre una encuesta con la colaboración de otras tres asociaciones y los resultados fueron poco halagüeños: el porcentaje de hogares españoles que tienen dificultades económicas ha pasado de un 23 % a un 35 % en los últimos ocho meses. Asimismo, el tanto por ciento de españoles que consideran tener una situación económica cómoda se ha reducido del 28 % al 15 %.
Este escenario de vulnerabilidad económica es perfecto para que aparezca el trastorno que nos ocupa. Por ello, es recomendable atender a los primeros síntomas que suelen presentar las personas que padecen estrés. Los más habituales son los cambios en el comportamiento, la sensación de cansancio a todas horas, la falta de concentración tanto en el terreno laboral como el personal, y situaciones de tensión en las relaciones con las personas más cercanas. Cuando se detectan estos síntomas y las preocupaciones sean eminentemente económicas, es muy probable que una persona esté padeciendo estrés financiero. Será el momento de tratar de ponerle freno para que los síntomas no aumenten y desemboquen en depresión, ansiedad o insomnio.