La reciente noticia sobre la maternidad de Ana Obregón mediante gestación subrogada ha despertado un gran interés por esta técnica de reproducción asistida prohibida en España. Más allá de los aspectos éticos que vuelven a estar en tela de juicio cuatro años después de la propuesta de ley de Ciudadanos, uno de los puntos que se debaten es el efecto que la separación de su madre biológica provoca en el bebé recién nacido.
En la gestación subrogada o por sustitución, el bebé se gesta en una mujer que posteriormente no lo va a criar y que, a cambio, recibirá una compensación económica, en la mayoría de los países donde se realiza. Esto supone que, una vez que da a luz, el neonato es entregado a los padres –por esa razón, Ana Obregón aparece en las fotos con el bebé recién nacido–.
Esta separación tras el nacimiento puede provocar un efecto negativo en el neonato, ya que se le desprende del vínculo que ha mantenido con la madre biológica durante nueve meses. Así lo ha expresado en diversas ocasiones Nils Bergman, reconocido especialista sueco en neurociencia perinatal, quien considera que separar a madre y bebé después del parto creará un estrés tóxico en el pequeño, lo cual se traducirá en cambios metabólicos, hormonales y cognitivos.
De la misma opinión es Ibone Olza, doctora en Medicina y especialista en Psiquiatría. Olza expone en el artículo “Aspectos médicos de la gestación subrogada desde una perspectiva de salud mental, holística y feminista”, que “el peso de la evidencia científica que señala la importancia de no separar al recién nacido de su madre en las primeras horas de vida es abrumador, igual que el de los beneficios de la lactancia materna para la salud”.
Esta profesional recuerda la recomendación de la Organización Mundial de la Salud de “no separar a madres y bebés en la primera hora de vida, no lavar al bebé en como mínimo seis horas, y que madre y bebe estén en la misma habitación como mínimo 24 horas”.
Sobre ese estrés que afecta al bebé cuando es separado de su madre profundizaron en un estudio realizado en la Universidad de Cape Town (Sudáfrica) y publicado en la revista Biological Psychiatry. En él se llegó a la conclusión de que los bebés trasladados a una cuna o al nido experimentan un incremento exponencial de sus hormonas de estrés (hasta un 176 %), algo que no sucede cuando se encuentran en contacto con la piel materna.
Por el contrario, no existen evidencias de que la separación de la madre biológica provoque efectos positivos en el recién nacido. Esta situación puede variar a medio y largo plazo –cuando los padres por gestación subrogada ejerzan como tales–, pero a muy corto plazo, Olza afirma con rotundidad que “los bebés nacen esperando estar con sus madres y pasar en contacto estrecho con ellas los primeros meses de vida”.