"Hay que desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo". Es un consejo del conocido psiquiatra gallego Jesús Fraiz, que explica a EFE que afecta más al descanso nocturno cenar tarde y en abundancia que un cambio de hora como el que se va a materializar la próxima madrugada.
El horario de invierno que comenzó el pasado mes de octubre finaliza esta noche, de forma que a las 2:00 horas habrá que adelantar los relojes una hora, hasta las 3:00, según lo establece una controvertida directiva europea que deben cumplir todos los Estados miembro.
Fraiz relativiza el problema que este movimiento de las agujas del reloj pueda causar porque entiende que únicamente tendrá una afectación real durante un par de semanas: “A muchos pacientes el cambio les afecta porque duermen mal, y se sienten peor, pero es cuestión de tiempo adaptarse al nuevo horario”. Y de poco tiempo, ahonda.
Así las cosas, para este especialista hay otro factor que influye mucho más en la falta de sueño: la alimentación. A su entender, más importante que el cambio horario sería adelantar el horario de la cena en España: “Es fundamental para tener un buen sueño, la gente tendría menos pesadillas y la digestión sería mucho mejor”, apunta.
Por su clínica han pasado muchos ciudadanos con problemas de este estilo. A todos les recuerda un viejo refrán, el que da inicio a esta crónica y que no se cansa de repetir. Hacer caso del mismo ayudará, opina este doctor, a reducir la probabilidad de déficits en el estado de ánimo, más "importantes" que los temporales efectos dañinos que el cambio horario pueda provocar.
Aunque la Unión Europea recomendó a los Estados miembro que acabaran con estos cambios horarios, lo hizo antes de la pandemia y la llegada del coronavirus evitó que pudiera adoptarse esa decisión.
“La pandemia ha disparado la coronafobia, el miedo al contagio, y la gente se ha vuelto menos sociable”, sostiene Fraiz, quien incide en la importancia de recuperar hábitos que eran buenos y de modificar otros que no lo son tanto.
"Adelantar los horarios de cena o de visionado de la televisión" es clave, repite una y otra vez.
En eso coincide con Gonzalo Pin Arboledas, jefe de la unidad del sueño del Hospital Quirónsalud Valencia, que ha indicado a EFE que "dormimos unos 40 minutos menos que en el resto de países europeos por nuestros horarios, y este cambio de hora favorece más esa pérdida de sueño".
Existen estudios que afirman que el mantenimiento de un horario permanente ayuda a la regulación de los ritmos circadianos del organismo, que durante el cambio de hora se ven alterados.
“Pero no todas las personas somos iguales”, zanja Fraiz, que va más allá: “Cuando solo hay una hora de cambio, las diferencias tampoco son muy grandes”.
En este sentido, Pin Arboledas considera que el cambio horario que entra en vigor ya "nos da más luz por la noche y retrasa la hora de dormir, pero la hora de despertarnos sigue siendo la misma, lo que está asociado con el aumento del déficit crónico de sueño en general en la población".
Otra óptica, una tercera y última, es la del científico de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) Jorge Mira, que es uno de los que defiende el cambio de hora de una manera concienzuda, ya que, según sus investigaciones, permite optimizar el uso de la luz solar y, de esta forma, aprovechar más la mañana y conseguir más horas de ocio diurno.
Como siempre, en este viejo debate hay defensores y detractores.