Es increíble cómo el deporte es capaz de disimular las consecuencias de una enfermedad neurodegenerativa. A Félix se le puede ver hacer ejercicio por un parque de Madrid, sin ningún problema aparente, pero esconde un trastorno de movimiento que se manifiesta cuando él deja de correr. Al detenerse, el Parkinson se vuelve evidente e incluso necesita apoyarse en su hija para poder caminar.
El trastorno diagnosticado a Félix se hace visible en el momento que deja de correr, en ese momento le cuesta controlar cada movimiento: "Tengo Parkinson atípico, pero me di cuenta un día de que era capaz de correr. Y, en cambio, caminar imposible".
Félix necesita ayuda hasta para ponerse las zapatillas de deporte, pero a la hora de hacer ejercicio su cuerpo indomable se vuelve capaz, incluso, de avanzar sin el apoyo de su hija: "Poder salir a correr con él y ver que disfruta es vida, la verdad", relata emocionada.
Sobre por qué se da este escenario, Alejandro Méndez, neurólogo, explica: "El circuito principal que se ve afectado en el Parkinson es el de andar, pero si accedemos a otro circuito distinto como es correr, consiguen superar ese bloqueo". Félix asegura que "es otra parte del cerebro que trabaja".
Hace más de 15 años, Félix fue diagnosticado con un tipo de Parkinson para el que no son efectivas las terapias existentes: "Esto es como un teléfono móvil. Se va gastando la batería lentamente". Pero él no se rinde: "El ejercicio es esencial para esta enfermedad", apunta. Él corre y durante esos minutos que dura la carrera logra no sentirse atrapado: "Es una forma de liberarme".