Un trastorno depresivo cambia por completo tu manera de sentir, de pensar y de actuar. A veces repentinamente y otras poco a poco, la tristeza se apodera de ti, acompañada de una sensación de vacío: nada te motiva y nada te apetece, nada es suficientemente agradable como para sentirte a gusto. Y lo peor de todo: tienes la sensación de que este agujero negro va a atraparte para siempre.
Durante una depresión, la esperanza desaparece, pero es importante tener en cuenta lo que los datos dicen al respecto: la mayoría de personas se recupera de una depresión.
Según la última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (una de las guías más importantes de salud mental), el 80% de las personas con depresión comienza a recuperarse durante el primer año, y un 40% lo hace durante los tres primeros meses. En otras palabras, la gran mayoría mejora, se recupera y aprende estrategias que reducen el riesgo de una recaída.
Además, hay un factor clave que facilita la recuperación a corto plazo: que los síntomas sean recientes. Es decir, que la persona pida ayuda en cuanto nota que algo va mal en vez de esperar a que “el tiempo lo cure todo”.
Por otro lado, hay ciertas características que se asocian a una tasa de recuperación menor: la duración del episodio depresivo actual, la gravedad de los síntomas, padecer una ansiedad muy incapacitante y tener un trastorno de personalidad diagnosticado o síntomas psicóticos.
Los factores de riesgo son todas las condiciones que hacen que una persona sea más susceptible a padecer un trastorno psicológico, en este caso la depresión.
Algunos factores de riesgo son:
También es importante mencionar la influencia del aislamiento social, pues puede aumentar el riesgo de padecer depresión y, en caso de padecerla, empeorar la recuperación. Por eso es tan importante pedir ayuda si sufres un trastorno depresivo. No tienes que pasar por esto solo o sola, necesitas y mereces apoyo.
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales deja muy claro que el deterioro de la depresión puede ser muy ligero, «de modo que muchas personas que interactúan con los individuos afectados no son conscientes de los síntomas depresivos».
Una persona puede ir a trabajar o a la universidad, e incluso quedar con amigos, y estar sufriendo un infierno en silencio. Que por fuera parezca estable y feliz (es decir, que sonría y participe en planes), no significa que esté exagerando o que su problema “no sea para tanto”.
Da igual que la depresión visible, o que no se note, porque nunca debemos juzgar a la persona. Frases como “es que no se te nota” o “tú lo que tienes que hacer es animarte y esforzarte más” no sirven de absolutamente nada. Al contrario, pueden empeorar la salud mental de una persona.
No es fácil entender la depresión, pero la mejor manera de ayudar es poniendo en práctica un hábito tan sencillo como escuchar con empatía, es decir: