Tu depresión no es para siempre: este es el porcentaje de personas que logra superar un episodio depresivo
El trastorno depresivo cambia por completo tu manera de sentir, pensar y actuar, convenciéndote de que vas a encontrarte mal siempre
La recuperación en la depresión: la psicóloga Marina Pinilla comparte el porcentaje de personas que mejora en los tres primeros meses y durante el primer año
¿Cuáles son las características asociadas a un mejor pronóstico? ¿Y los factores que empeoran la recuperación? La experta responde a ambas preguntas
Un trastorno depresivo cambia por completo tu manera de sentir, de pensar y de actuar. A veces repentinamente y otras poco a poco, la tristeza se apodera de ti, acompañada de una sensación de vacío: nada te motiva y nada te apetece, nada es suficientemente agradable como para sentirte a gusto. Y lo peor de todo: tienes la sensación de que este agujero negro va a atraparte para siempre.
Durante una depresión, la esperanza desaparece, pero es importante tener en cuenta lo que los datos dicen al respecto: la mayoría de personas se recupera de una depresión.
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La recuperación en personas con depresión
Según la última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (una de las guías más importantes de salud mental), el 80% de las personas con depresión comienza a recuperarse durante el primer año, y un 40% lo hace durante los tres primeros meses. En otras palabras, la gran mayoría mejora, se recupera y aprende estrategias que reducen el riesgo de una recaída.
Además, hay un factor clave que facilita la recuperación a corto plazo: que los síntomas sean recientes. Es decir, que la persona pida ayuda en cuanto nota que algo va mal en vez de esperar a que “el tiempo lo cure todo”.
Por otro lado, hay ciertas características que se asocian a una tasa de recuperación menor: la duración del episodio depresivo actual, la gravedad de los síntomas, padecer una ansiedad muy incapacitante y tener un trastorno de personalidad diagnosticado o síntomas psicóticos.
Factores de riesgo de la depresión
Los factores de riesgo son todas las condiciones que hacen que una persona sea más susceptible a padecer un trastorno psicológico, en este caso la depresión.
Algunos factores de riesgo son:
- Haber vivido experiencias adversas durante la infancia, especialmente si han sido repetidas.
- Haber experimentado un acontecimiento vital estresante reciente. Este es el motivo por el que muchas personas padecen depresión durante la universidad: te mudas, te enfrentas a la exigencia académica y te cuesta hacer amigos, lo que precipita la aparición de síntomas depresivos.
- Tener una personalidad ansiosa o emocionalmente inestable, ya que se ha relacionado con preocupaciones constantes y con tendencia al a culpabilidad.
También es importante mencionar la influencia del aislamiento social, pues puede aumentar el riesgo de padecer depresión y, en caso de padecerla, empeorar la recuperación. Por eso es tan importante pedir ayuda si sufres un trastorno depresivo. No tienes que pasar por esto solo o sola, necesitas y mereces apoyo.
La depresión invisible: cuando nadie sabe lo que estás viviendo
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales deja muy claro que el deterioro de la depresión puede ser muy ligero, «de modo que muchas personas que interactúan con los individuos afectados no son conscientes de los síntomas depresivos».
Una persona puede ir a trabajar o a la universidad, e incluso quedar con amigos, y estar sufriendo un infierno en silencio. Que por fuera parezca estable y feliz (es decir, que sonría y participe en planes), no significa que esté exagerando o que su problema “no sea para tanto”.
Da igual que la depresión visible, o que no se note, porque nunca debemos juzgar a la persona. Frases como “es que no se te nota” o “tú lo que tienes que hacer es animarte y esforzarte más” no sirven de absolutamente nada. Al contrario, pueden empeorar la salud mental de una persona.
Cómo ayudar a alguien con depresión
No es fácil entender la depresión, pero la mejor manera de ayudar es poniendo en práctica un hábito tan sencillo como escuchar con empatía, es decir:
- No hagas comparaciones, por ejemplo, “es que yo no me rayo tanto”.
- No hagas juicios de valor, por ejemplo, “es que has cambiado y ahora no me gusta como eres”.
- No ofrezcas consejos generales, por ejemplo, “tú necesitas meditar”.
- No subestimes la terapia psicológica, por ejemplo, “ir al psicólogo no sirve para nada, solo estás tirando el dinero”.
- No invalides sus emociones, por ejemplo, “te preocupas por tonterías, estás exagerando”.