Si algo está claro en cuanto al cuidado de nuestra salud es que el contacto con la naturaleza -y, por tanto, huir de la contaminación de la ciudad- supone grandes beneficios a todos los niveles. No es casualidad que busquemos de forma intuitiva espacios verdes, silenciosos y limpios en los que relajarnos y respirar. Por eso existen los parques, y por el mismo motivo adornamos las ciudades con árboles que nos ayudan a contrarrestar el efecto de tanto tráfico y tanta generación de gases nocivos. Precisamente en esta lógica tiene encaje la Regla 3/30/300. ¿En qué consiste y cómo puede ayudarte a mejorar tu salud?
Tal y como recuerda Greenpeace en este informe, todas las ciudades deberían seguir la Regla del 3/30/300, que consiste en que cada persona pueda ver al menos 3 árboles desde su casa, tener un 30 por ciento de cobertura vegetal en su barrio, y estar a 300 metros de un parque decente.
Además, la misma regla señala que las ciudades deberían contar con 50 m2 de superficie vegetal por habitante, aunque 15 m2 se considera una cifra aceptable: el mínimo es de 9 m2, según el mismo documento. Desgraciadamente, en demasiados casos no se cumple esta regla y la mayoría de las veces prima el ánimo por ocupar el espacio con más cemento, en lugar de crear zonas verdes que mejoren la calidad de vida. Por ejemplo, Madrid sólo tiene 21 m2 verdes por habitante.
Otro aspecto clave es la distribución de estos espacios: Madrid es también un claro ejemplo de falta de distribución de zonas verdes, dado que sus grandes 'pulmones' se concentran en puntos concretos, dejando a gran parte de la población alejada de ellos.
Hay que tener en cuenta que más zonas verdes también implica más silencio, más animales, más zonas abiertas, un aire más limpio y renovado... En definitiva, mucho más espacio vital libre en el que movernos sin que la sobra de un gran edificio nos persiga. Toma nota ande algunos de los beneficios de aplicar la Regla 3/30/300:
Las zonas verdes refrescan, suavizan y ayudan a que las temperaturas desciendan. En general, mejoran las condiciones microclimáticas, además de proporcionar sombra, protegiendo de las radiaciones solares. Especialmente en periodos calurosos y en momentos de ola de calor, contar con zonas verdes puede marcar la diferencia e incluso salvar vidas. Además, ten en cuenta que una temperatura elevada en la ciudad también conlleva un mayor consumo de energía.
Las ciudades no están pensadas para absorber agua y retenerla: la mayor parte de su superficie está formada por construcciones impermeables, por lo que el riesgo de inundación en estas zonas es mucho mayor. Teniendo en cuenta que nos enfrentamos a cambios climáticos cada vez más bruscos, se trata de un factor muy a tener en cuenta. Las zonas verdes, asegura Greenpeace, aportarían un suelo permeable a la ciudad, protegiéndola ante estas adversidades.
Ya sabemos que el contacto con la naturaleza ayuda a reducir el estrés y nos permite relajarnos. Nada mejor que una zona verde amplia y tranquila para practicar deporte, leer, pasear, charlar con nuestros seres queridos... o simplemente pararnos a contemplar, algo que en nuestro tiempo se ha convertido en una práctica casi marciana. Los estudios demuestran que el contacto con espacios verdes se asocia con un menor riesgo de angustia psicológica, de sufrir depresión, ansiedad, y puede mejorar nuestro desarrollo del comportamiento, reduciendo dificultades emocionales y de relaciones sociales.
La exposición a largo plazo a los espacios verdes puede reducir riesgo de sufrir problemas emocionales y de comportamiento y generar mejoras del desarrollo cognitivo, incluida una mejor atención y memoria de trabajo. En tiempos en que la esperanza de vida no deja de aumentar y, con ella, los casos de demencia de todo tipo (muy relacionados con la edad avanzada), es importante tomar medidas para proteger nuestra memoria lo mejor posible.
El contacto con espacios verdes se asocia con un menor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad y dolor lumbar. Ten en cuenta que las enfermedades no transmisibles son responsables 71 por ciento de todas las muertes a nivel mundial, por lo que el beneficio global de espacios verdes más accesibles podría ser enorme. Además, un aire más limpio y una mayor distancia entre viviendas es un factor clave para evitar contagios en núcleos de población como las ciudades. Una buena planificación urbanística debe tener en cuenta estos elementos para proteger a la población frente a epidemias y enfermedades contagiosas.
Como consecuencia de todo lo anterior, la mortalidad prematura puede reducirse gracias a un gesto tan sencillo como crear nuevas zonas verdes. Una menor exposición a la contaminación del aire, más ejercicio físico, una mayor participación social, menor riesgo de depresión... son los elementos de cualquier ecuación para una vida larga y sana.
El acceso a los espacios verdes se asocia positivamente a una mayor duración de la gestación: esto reduce el riesgo de parto prematuro, la mortalidad infantil y los resultados negativos a largo plazo durante la niñez y más allá. Ten en cuenta que estos espacios permiten a la futura madre reducir sus niveles de estrés y practicar ejercicio de forma más sencilla, accesible y amable, entre otras cosas.