¿Por qué los ascensores de los hospitales no tienen espejo?

Si nunca has pasado mucho tiempo en un hospital, es probable que no te hayas dado cuenta, pero lo cierto es que los ascensores de estos espacios no tienen, como regla general, espejos. Existe un motivo para ello y tiene mucho que ver con proteger el estado de ánimo de los pacientes: es probable que a muy pocas personas les guste verse en determinados circunstancias y, como muestra de delicadeza y de protección, la mayoría de centros de este tipo tratan de evitar sustos o sorpresas desagradables a sus pacientes en la medida de lo posible.

¿Por qué los ascensores de los hospitales no tienen espejo?

A nadie le gusta pasar tiempo en un hospital porque normalmente implica que nos encontramos en un mal estado de salud por cualquier motivo, o bien que un ser querido se encuentra en esta situación. El abanico de casos por los que podemos terminar ingresados es amplio: un accidente, una operación programada, un parto...

En general, las enfermedades que causan más estancias hospitalarias son las patologías del aparato circulatorio, los trastornos mentales y del comportamiento y las enfermedades del aparato respiratorio. También el cáncer, que es la cuarta enfermedad que más estancias hospitalarias provocan en España. A estas dolencias le siguen las lesiones, envenenamientos y otras consecuencias de causas externas, patologías del aparato digestivo, patologías del aparato musculo-esquelético y del tejido conectivo y enfermedades del aparato genitourinario. En el lado contrario, las patologías que registran el menor número de hospitalizaciones son los episodios de embarazo, parto y puerperio.

Con este panorama, es normal que los responsables de los hospitales tengan muy en cuenta el bienestar de sus pacientes en todos los sentidos, y también en ámbito del diseño de sus espacios. Por eso se tiene en cuenta un detalle clave como es la presencia de espejos y, a pesar de que lo habitual es que los ascensores cuenten con ellos, en este caso la regla general es justo la contraria.

Lo cierto es que existen estudios que corroboran el efecto positivo de la ausencia de espejos entre personas enfermas. Es el caso de un estudio de la Universidad de Arizona que asegura que el hecho de evitarlos ayuda a mejorar el ánimo de las personas que se encuentran ingresadas, así como el de sus familiares.

Se trata, en definitiva, de evitar que los pacientes se vean en un estado distinto al habitual y que esto pueda entristecerles, provocar emociones negativas y, en consecuencia, volver más desagradable su estancia e incluso entorpecer su recuperación. De esta forma, evitar espejos también ayuda a evitar malos recuerdos que no resultan necesarios en absoluto para quien padece una enfermedad o circunstancia que provoque algún tipo de deterioro físico.

Si te preguntas cuál es el motivo por el que es habitual que, en general, los ascensores cuenten con espejos, precisamente ocurre así para evitar la claustrofobia y convertir el viaje en este espacio tan reducido en una experiencia algo más amable: los espejos dan sensación de amplitud y multiplican el espacio. Además, podemos entretenernos mirándonos en el trayecto o retocándonos, distrayendo así la mente de cualquier pensamiento negativo.