Es la pregunta que muchos se hacen estos días: ¿qué es el gusano pulmonar de la rata? Este parásito emergente que pueden portar los pequeños roedores ha despertado cierta preocupación a nivel nacional tras un informe publicado a mediados del pasado mes de diciembre. Según explican los autores de la investigación, este parásito, que puede afectar a los humanos al colarse en el cerebro y causar meningitis, se localizó en dos especies diferentes de ratas en la ciudad de Valencia. Un aviso para la Salud Pública de nuestro país.
El grupo Parásitos y Salud de la Universitat de València (UV) ha sido el encargado de liderar el estudio en el que se ha hallado la primera incursión conocida del Angiostrongylus cantonensis, también llamado gusano pulmonar de la rata, en la Europa continental. El parásito se ha detectado tanto en ratas de alcantarilla (rattus norvegicus) como ratas negras (rattus rattus). La primera de ellas es habitual del entorno urbano, mientras que la segunda del rural.
Este agente infeccioso es endémico del sur de Asia y la cuenca del Pacífico, además de haberse localizado en otras regiones del Caribe, Estados Unidos e incluso África. Su nombre original -Angiostrongylus cantonensis- hace referencia a la ciudad china de Cantón y se reportó por primera vez en la década de 1930. Los investigadores que han hallado resultados en Valencia han publicado sus conclusiones en la revista 'Emerging Infectious Diseases'.
Es la primera constatación del nematodo (gusano) en la Europa continental, pero ya se había identificado previamente en Baleares (en erizos de Mallorca) y en Canarias (en ratas de Tenerife) en 2010. "Tanto la globalización como el cambio climático están favoreciendo la expansión de este parásito zoonótico de origen asiático", ha destacado en un comunicado respecto a los precedentes María Teresa Galán, catedrática del grupo de Parásitos y Salud de la Universidad de Valencia y líder de la investigación. Se han analizado 90 ejemplares y se ha detectado en el 9% de ellos. Se trata del agente causal más común en el ser humano de la meningitis eosinofílica (ME).
El Ministerio de Sanidad ya ha analizado este estudio y califica el riesgo asociado al hallazgo de "muy bajo". La infección en humanos es poco frecuente y apenas se conocen 2.800 casos en el mundo, según explican. No obstante, sí reconocen que es una enfermedad emergente y que requiere vigilancia.
La transmisión puede darse de la siguiente forma. Los gusanos adultos se encuentran en las arterias pulmonares de las ratas. Allí procrean y las larvas migran hasta ser expulsadas a través del aparato digestivo y las heces. Ya en el exterior, las larvas pueden llegar a caracoles y babosas, donde se convierten en infectivas al madurar en el interior. Una vez aquí, las personas pueden contagiarse de dos formas, principalmente: a través de la ingesta de estos moluscos -que estén infectados- poco cocinados y en verduras crudas (como lechuga y col) que estén contaminadas con la baba de caracoles parasitados.
Otros mamíferos, además de las aves, pueden infectarse al consumir estos moluscos si están infectados. Algunos de ellos pueden ejercer de portadores tras la ingesta de caracoles, como pueden ser los camarones de agua dulce o los cangrejos de tierra, si se comen poco cocinados. Se está estudiando la resistencia a los raticidas utilizados en los dos tipos de ratas en que se ha hallado el nematodo.
El gusano pulmonar de la rata causa meningitis eosinofílica (ME). Esta enfermedad provoca una inflamación de la membrana que cubre el cerebro y puede causar ataques, lesiones cerebrales y trastornos visuales, entre otros síntomas. Estos síntomas suelen durar por lo general entre una y tres semanas, tras la ingesta de larvas infectivas. Los casos pueden ser leves o más graves.
La afección aparece porque, en los humanos, el parásito no puede completar su ciclo de desarrollo y queda alojado en el cerebro, provocando una inflamación de las membranas y un incremento de una clase de glóbulos blancos -los eosinófilos- en el líquido cefalorraquídeo, detallan los expertos. La infección se resuelve por sí sola en la mayoría de casos, pero se han documentado casos de muertes.
No hay tratamiento específico para el problema. Lo mejor es, en caso de dudas, consultar al médico. Y es que la reacción puede derivar en complicaciones severas. Las probabilidades, recuerdan las autoridade sanitarias, son bajas, pero es necesario tener en cuenta que el parásito puede causar ME.