Como psicóloga veo situaciones que se repiten día tras día y consulta tras consulta: personas con la autoestima destrozada por las expectativas que sus padres les impusieron durante la infancia, personas que son incapaces de expresar sus emociones a sus padres porque saben que las van a invalidar, personas que no tienen claro lo que quieren en la vida porque siempre han hecho lo que sus padres querían, personas que intentan poner límites a padres que aplican constantemente la manipulación emocional.
Estos son solo ejemplos que reflejan algo muy obvio: a veces es el padre o la madre quien necesita ir al psicólogo. Los hijos se convierten en daños colaterales y acaban sufriendo, necesitando la terapia que en su día no recibieron los padres. La gran pregunta es cómo decirles que busquen ayuda profesional sin que se ponga a la defensiva.
Muchas veces la petición de “ir a terapia” surge en momentos de discusión. En otras palabras, estáis en medio de una bronca, tu padre o tu madre se pasa de la raya, y le sueltas “vete al psicólogo” gritando e incluso con cierto desprecio. Error.
Si de verdad crees que a alguno de tus padres le vendría bien la terapia, explícaselo en momentos de calma y no en momentos de conflicto.
De nuevo, la frase “deberías ir al psicólogo” no es algo que debas soltar solo en conflictos esporádicos o cuando pasa algo que evidencia que tu padre/madre necesita terapia. Al contrario, es un mensaje que debes transmitir una y otra vez y en diferentes contextos para que cale más hondo.
Al principio, la petición puede parecerle descabellada. “¿Ir al psicólogo yo? ¿Por qué? ¡Si no lo necesito!”, pensará. A base de repetición, le empezará a parecer más razonable pedir ayuda profesional.
Habla de tu salud mental y si vas a terapia, comparte lo que haces allí y cómo te ayuda. Si tienes amigos que también han ido a terapia (y no les importa que hables de ello), cuenta sus historias sin dar detalles morbosos. Si los padres de tus amigos han ido a terapia (y, de nuevo, no les importa que hables de ello), visibilízalo con tus padres para que vean que no es algo malo o raro. En otras palabras, convierte la salud mental en un tema de conversación más.
Tus padres son tus padres, pero también son seres humanos con problemas de autoestima, miedos, traumas o necesidades. De vez en cuando, intenta tratarlos como tratarías a un amigo: pregúntales qué es lo que sienten, interésate por su pasado, hablad de sus inseguridades, conoce sus valores…
A más sincera y completa sea la relación con tus padres, más fácil será que empatices con ellos, que ellos se sientan cómodos contigo y que acaben pidiendo ayuda profesional si la necesitan.
Los consejos que acabo de describir funcionan en la mayoría de los casos, pero a veces llevan su tiempo. Hay padres y madres que se niegan a hablar de salud mental, que se toman cualquier comentario como un ataque, que tienen dinámicas de manipulación muy instauradas…, y cuando eso sucede, tienes que mirar por tu propia salud mental y tomar distancia emocional.
Explícales a tus padres que hay comportamientos que te hacen daño y que, si no quieren cambiarlos, necesitas espacio. Eso no es ser egoísta, mal hijo ni mala persona. Es cuidarte, protegerte y sobrevivir en un entorno hostil.
Y recuerda: aunque tus padres sean los que de verdad necesitan terapia, si tú estás sufriendo, pide ayuda profesional también.