Los Trastornos de Conducta Alimentaria han aumentado en España. Los datos revelan que más de 400.000 personas sufren anorexia, bulimia y otras. Martina a sus 19 años quería ser guapa y "encontró "una manera de comer sin engordar": vomitando. Así llegó a la bulimia y esta es su historia, que habla de soledad, de sufrimiento y de mucha voluntad para salir de lo que parecía un viaje sin retorno.
"Podía comer lo que me daba la gana y no engordar. Comía, comía y comía y vomitaba. Yo tenía miedo de engordar y pensaba que estar delgada era lo mejor del mundo. En una celebración que comía un poquito de más, vomitaba y al principio me iba muy bien entre comillas, asegura, "lo que los psicólogos llaman la luna de miel" y que terminó siendo su pesadilla.
La pandemia, sociedades más hedonistas, la vulnerabilidad a ciertas edades y las exigencias por alcanzar un ideal estético imposible entre las causas que llevan hasta estas enfermedades, según explican los especialistas, que hablan de trastornos multifactoriales en los que la recuperación puede tardar años.
Martina, que roza ahora la treintena y ahora preside la Asociación Alabente para ayudar a personas con anorexia y bulimia, nos ha contado cómo este círculo de comer y vomitar fue empeorando hasta comenzar con los atracones, aunque al principio pensaba que había encontrado la fórmula perfecta.
Aparte de pegarse atracones, varios a diario y de provocarse el vómito, Martina comenzó a hacer una dieta "inventada" por ella misma, "un invento horroroso", asegura. En todo el día su alimentación era "una lata de atún al natural y una naranja de cena."
"Después vinieron los atracones y empezó la cosa a torcerse. Yo pensaba que controlaba y no controlaba nada. Empezaba a comer pensando que solo me iba a comer unas galletas, dos tres y me comía el paquete entero. Eso me podía pasar dos tres o cuatro veces al día y claro, después vomitaba. El vómito lo que hacía era aliviarme de tanta tormenta que tenía en la cabeza". Ahí empezó mi vida con la enfermedad".
La madre de Martina sufría de bulimia, así que Martina sabía adonde la llevaba este camino, pero hace 15 años "no se tenía tanto conciencia de los TCA". Yo sabía que no estaba bien, que tenía una enfermedad, pero luego caí".
Después de 8 meses, "estaba supercansada, porque el problema grande no era provocarme el vómito, sino todo lo que tenía en la cabeza." Y muchas cosas tenía Martina en la cabeza, soledad, una personalidad superexigente y " baja autoestima".
"Tienes algo que te está matando dentro de ti que no sabes lo qué es e intentaba combatirlo con atracones y vómitos. No estaba bien, no sabía que hacer para quitarme tanto dolor del alma. Se pasa mucha soledad, porque nadie te va a entender y la gente no sabe cómo ayudarte. No tienes herramientas para luchar contra eso. Mi única herramienta era comer y vomitar. "
Detrás del no querer engordar de Martina, como en muchos casos de trastornos alimentarios hay un trasfondo de inseguridad, presión social para ser como en la publi, la necesidad de ser aceptado y un ideal estético asociado al éxito familiar y profesional.
"Esto va muy de la mano de la imagen que tienes de ti mismo y con la autoestima. Yo no me valoraba, no me veía guapa", nos cuenta Martina. "Era muy exigente. Yo sacaba buena nota, pero cuando no era un 10 ya me machaba, porque no valía nada. Yo tenía un cuerpo normal y me veía fea".
Martina llegó a Tenerife durante su Erasmus y fue su salvación, tras años, de tratamiento en Italia, aunque ha admitido que "ha sido muy difícil". Su rehabilitación y cura han durado 8 años.
"Yo hicé de todo, salté de psicólogo en psicólogo." Había llegado a un punto en que "estaba cerca del colapso" así que busqué en internet y encontró la Asociación Alabente, era la "última antes de tirar la toalla". Aquí empezó su camino hacia la salida de la bulimia, cuando `pensaba que no podía hacer nada más."
La recuperación a Martina le llevó 8 años con una terapia cognitiva conductual. Aquí aprendió a "cambiar sus pensamientos", un proceso muy duro. Aquí comenzó el fin de sus atracones. "Me salió todo supernatural", gracias a la conexión con la psicóloga, con la nutricionista, que "fue muy duro" pero que le sirvió para aprender a comer con control.
En este grupo de personas encontró la solución compartiendo sus miedos con todos los que también estaban padeciendo la enfermedad. "Empiezas a entender de que no estás sola en el mundo, que no estás loca, que se puede salir".