7 señales para saber si estás siendo demasiado exigente con tu pareja

Cuando empiezas una relación, es normal que surjan pequeños detallitos de tu pareja que no te terminan de gustar y viceversa. Sin embargo, muchas personas tienen un miedo atroz a expresar la disconformidad porque no quieren agobiar a su pareja.

Este miedo se aviva cuando en el pasado has vivido relaciones tóxicas en las que nunca se cuidaban tus necesidades. Cuando pedías un poquito de atención o respeto, te llamaban “exagerado/a”, “quisquilloso/a” o “difícil”. En consecuencia, aprendiste a actuar de forma pasivoagresiva.

Una de las reacciones pasivoagresivas más frecuente es callarte todo lo que te molesta hasta que explotas, y en ese momento surgen todos los reproches sin filtro y sin empatía. «Es que nunca me dices ‘te quiero’», «es que yo siempre quedo con tus amigos, pero tú con los míos no», «es que siempre me toca a mí fregar los platos porque eres un desastre» y un largo etcétera. Ante esa retahíla de demandas, tu pareja se queda en shock y reacciona a la defensiva. Te dice que eres muy exigente y que parece que quieres cambiarle por completo. ¿Te suena de algo esta conversación? Por desgracia es más habitual de lo que pensamos.

Para evitar esta pasivoagresividad hay que responder a la pregunta del millón: ¿Cuál es la fina línea que separa el pedir lo básico a tu pareja y ser demasiado exigente?

Siete señales de que estás siendo demasiado exigente con tu pareja

No es malo ser una persona exigente, además es una reacción normal cuando ya has tenido varias relaciones de pareja y sabes perfectamente lo que no vas a tolerar más. El problema surge cuando nuestras expectativas se nos van de las manos y esperamos de nuestra pareja algo que jamás nos va a ofrecer o bien porque no puede, o bien porque no tiene que hacerlo.

Algunas señales que pueden indicar una exigencia muy alta en la relación son:

  1. No tienes claro lo que quieres de tu pareja, pero nunca estás a gusto en la relación.
  2. Obligas a tu pareja a es expresar el afecto a tu manera menospreciando su lenguaje del amor.
  3. Tus necesidades implican coartar su libertad: te cabrea que tu pareja salga de fiesta, tenga sus propios amigos, vea a su familia o reciba likes de personas atractivas en Instagram, así que le prohíbes explícitamente ciertas conductas o le condicionas para que deje de hacerlas.
  4. Comparas constantemente a tu pareja con tu ex, con la pareja de alguien que conoces o con un personaje de ficción.
  5. Esperas que tu pareja te lea la mente. Quieres que sepa a ciencia cierta lo que te molesta o lo que necesitas. A veces incluso te callas las cosas para ver si se equivoca y echarle en cara que no se esfuerza por conocerte.
  6. Pides cambios muy ambiguos y generales, por ejemplo, “ser más cariñoso/a” o “ser menos frío/a”.
  7. Castigas mucho y refuerzas poco: aunque se esfuerza por cambiar, te cuesta reconocer los pequeños avances que hace. Sin embargo, te sale solo el enfadarte por las cosas que todavía no ha cambiado.

Cómo pedir a tu pareja que cambie de forma empática y asertiva

El primer paso es definir qué es lo que esperas y necesitas de tu pareja. Es decir, cuáles son las cosas que sí o sí tienen que estar presentes en la relación para que sientas que te valoran, te respetan y te cuidan.

En este paso es importantísimo hablar con tu pareja y poner en común vuestras expectativas y necesidades y si las de tu pareja te parecen desproporcionadas (o viceversa), llegar a un acuerdo que sea realista y que os haga sentir del todo a gusto a ambos.

También es útil especificar los cambios todo lo que puedas. Como decía antes, tendemos a ser muy ambiguos. No es lo mismo decir “quiero que seas más cariñoso” a decir “me gustaría que me dieses un abrazo antes de dormirnos”. La primera frase puede ser confusa porque quizá tu pareja piensa que está siendo cariñoso/a a su manera y no sabe cómo adaptarse a tu ideal de afecto. La segunda deja claro qué es lo que necesitas para sentir que te quiere.

En segundo lugar, tenéis que aprender a ser más reforzantes. Ahora tu pareja ya sabe lo que quieres que cambie y tú sabes lo que tu pareja necesita, así que toca reconocer el esfuerzo del otro cuando se aproxime a ese objetivo.

¿Y si mi pareja no cambia tan rápido como me gustaría? Entonces tenéis que volver a hablar y averiguar si los cambios que le pides son demasiado grandes o si realmente piensa que debe cambiar (algunas personas dan la razón sin estar de acuerdo para evitar discutir, un gran error). Podéis definir nuevas conductas que tu pareja pueda cumplir antes de llegar a ese gran cambio.

¿Y si mi pareja no está dispuesta a darme lo que yo necesito? En ese caso conviene decidir a qué prefieres renunciar: tus necesidades afectivas básicas o una relación que no las va a cubrir.