La pitiriasis rosada es un sarpullido que habitualmente comienza con una mancha ovalada en el rostro, en el pecho, en el abdomen o en la espalda. A la misma se le denomina placa heráldica y puede medir hasta 10 centímetros de diámetro. Antes de que aparezca, algunas personas presentan dolor de cabeza, fatiga, fiebre o dolor de garganta. Después, es posible que surjan manchas más pequeñas. No obstante, las manchas en la piel son más habituales tras el verano.
La pitiriasis rosada es más frecuente entre los 10 y los 35 años y en las mujeres. Suele desaparecer por sí sola entre las cuatro y las diez semanas, tal y como indica la Clínica Mayo. Suele sanar sin dejar cicatrices, no siendo necesario ningún tratamiento en la mayoría de las ocasiones.
La afección no es contagiosa y casi nunca vuelve a aparecer, desconociéndose la causa exacta de la misma. Puede desencadenarse por una infección viral, especialmente por ciertas cepas del virus del herpes, y es poco probable que produzca complicaciones.
Es posible que se deba realizar un raspado o una biopsia de piel, que implica tomar una pequeña porción del sarpullido para analizar. Esta prueba puede ayudar a diferenciar el sarpullido de la pitiriasis rosada de otros similares.
No se necesita un tratamiento específico debido a que la erupción, como comentamos, suele remitir en unas semanas.
La luz solar, natural o artificial, puede acelerar la curación. Los antipruriginosos como los corticoides tópicos, los antihistamínicos orales y las medidas locales se utilizan según necesidad.
Cabe destacar que la pitiriasis rosada durante el embarazo (especialmente en las primeras 15 semanas) se asocia con parto prematuro o muerte fetal. A las mujeres embarazadas se les debe recetar aciclovir. Sin embargo, la terapia antiviral no ha demostrado reducir las complicaciones obstétricas.
Es importante consultar a un especialista médico si el sarpullido empeora o no desaparece en un plazo de tres meses.