El 20 por ciento de la población puede ser calificada de altamente sensible, un rasgo de la personalidad que no es un defecto ni una debilidad sino, al contrario, una fortaleza que podría revelar la evolución del cerebro humano hacia una sociedad más empática.
El propio Pablo Villagrán, de la Asociación de Personas de Alta Sensibilidad, ha definido qué es ser una persona altamente sensible.
Según recoge 'COPE', el experto asegura que "la alta sensibilidad es un concepto relativamente nuevo donde dice que es una característica o rasgo de personalidad que sugiere que estas personas tiene un sistema nervioso más reactivo que el resto de la población. Esto quiere decir que la principal característica de una persona Altamente sensible es que su sistema nervioso capta más información del entorno".
Esta teoría se coincide con la de la psicóloga Azucena Duque, del Colegio de Psicología de Santa Cruz de Tenerife. Ella misma es poseedora de alta la sensibilidad y establece que este tipo de personalidades son una denominación que engloba a aquellas personas con un sistema neurosensorial muy fino, como si hubiese "un amplificador" por el que se capta gran cantidad de información del entorno y la persona puede llegar a la sensación de sobresaturación.
Los últimos estudios establecen que las personas con alta sensibilidad se forman a raíz de varios factores. Entre estos divisores se encuentran el factor genético y el ambiental.
El propio Pablo Villagrán, miembro de la Asociación de Personas de Alta Sensibilidad, establece que "los estudios recientes establecen que la alta sensibilidad aparece como resultado de dos factores: el factor genético y el factor ambiental, siendo un 50 por ciento de influyentes cada uno".
Por su parte, la psicóloga Azucena Duque puntualiza que no se trata de una patología ni una disfunción, sino de un rasgo de la personalidad que forma parte de su temperamento, como quien es tímido o extrovertido, suele ser hereditario, lo poseen tanto hombres como mujeres "y no se puede pretender no serlo, no se puede quitar ni poner".
Desde el Instituto de la Alta Sensibilidad se han llevado a cabo varios estudios e investigaciones con los que se ha intentado conocer cuántas personas tienen este rasgo de la personalidad. En concreto, la psicóloga sanitaria María Sánchez sostiene que "las investigaciones actuales establecen que el rango aproximado está entre un 20 y un 30 por ciento de la población".
No obstante, la experta apunta que no se han encontrado evidencias claras de a qué sexo afecta más este tipo de personalidad. Por eso, la psicóloga del Instituto de la Alta Sensibilidad detalla que "no se han encontrado diferencias importantes en la distribución entre hombres y mujeres. Así que se toma como válido que aparezca por igual entre hombres y mujeres".
Hay investigadores que piensan que este rasgo pudiera definir una evolución del cerebro hacia una población con más empatía y sabiduría emocional que pudiera contribuir a una sociedad más madura a todos los niveles, subraya Azucena Duque.
Se define por cuatro rasgos característicos: profundidad a la hora de reflexionar sobre la información captada, tendencia aguda a la sobreestimulación, gran emocionalidad y gran empatía y sensibilidad.
Mucha gente que ignora que posee este rasgo cree erróneamente que es débil, que sufre y es distinto porque prefiere la tranquilidad a una reunión multitudinaria, por ejemplo, o cuando percibe que le brotan las lágrimas por un exceso de estímulos, detalla la especialista.
Son personas que sienten con frecuencia la soledad, muy sensibles a las actitudes de los demás al ser idealistas y humanistas llevados al extremo, lo que puede llevar a resquebrajar la autoestima y a una sensación de fracaso y regusto amargo.
Pero cuando se descubre, bien por uno mismo o con ayuda profesional, que se posee este rasgo es "como si una serie de piezas sueltas dentro de uno empezaran a encajar" y es una manera de comprender "que los sentimientos no nos hacen más vulnerables, sino más humanos".