Mala circulación sanguínea: estas son las causas más frecuentes y cómo evitarla
Una mala circulación sanguínea se manifiesta de diversas maneras, y puede tener muchas causas diferentes, entre ellas hábitos como fumar
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Pies hinchados, hormigueo en las piernas, sensación de fatiga… Una mala circulación sanguínea se manifiesta de diversas maneras, y puede tener muchas causas diferentes. Es importante reconocer las señales para evitar que nos cause problemas de salud, desde una mala cicatrización hasta dolores constantes en las extremidades.
Una buena circulación es fundamental para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Los órganos, músculos y los huesos dependen de esa circulación de la sangre para recibir oxigeno y nutrientes, por lo que la mala circulación sanguínea puede conllevar a accidentes cardiovasculares, infartos cerebrales y coronarios, úlceras o gangrenas. Mantener buenos hábitos de vida es uno de los requisitos para evitar que la sangre no bombee como debe a las extremidades.
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Señales de una mala circulación sanguínea
- Entre las señales que es fácil reconocer está el hormigueo en las extremidades, sobre todo si permaneces mucho tiempo sentado o en la misma postura. Suele afectar a las manos, pies y piernas, puesto que estas partes están más lejos del corazón y la sangre tiene más recorrido para llegar hasta ellas.
- La hinchazón de piernas también es un síntoma frecuente de mala circulación, ya que el cuerpo compensa la falta de sangre reteniendo líquidos. Esto puede causar entumecimiento.
- La mala circulación afecta incluso a la salud del cabello, lo cual se manifiesta con un debilitamiento o una mayor caída del pelo.
- Otras señales son más evidentes, como la aparición de arañas vasculares, varices o alteraciones en el color de la piel, o por ejemplo que nos salgan moratones o eccemas o facilidad.
¿Qué causa la mala circulación?
- Fumar. El tabaco contiene productos químicos que dañan los vasos sanguíneos.
- Presión arterial alta. Cuando la sangre golpea demasiado fuerte contra las paredes de las arterias, esto puede debilitar los vasos sanguíneos y dificultar la llegada de sangre a partes del cuerpo.
- Diabetes. Demasiada glucosa en la sangre puede dañar los vasos sanguíneos.
- Obesidad o sobrepeso.
- Estrés.
- El sedentarismo y la mala alimentación. El ejercicio ayuda a bombear la sangre, y comidas ricas en omega-3, vitaminas o antioxidantes y vasodilatadores, como pueden ser el pescado azul, el té verde, las nueces o el ajo, ayudan a reducir la presión arterial y favorecer la circulación sanguínea.
- Ciertos factores hereditarios también pueden influir en la mala circulación sanguínea, si por ejemplo tenemos antecedentes familiares de ateroesclerosis.
Cómo evitar tener una mala circulación sanguínea
Si tu rutina no te permite cambiar demasiado de postura ni realizar mucho ejercicio, o tienes antecedentes familiares de mala circulación, debes cuidar con doble motivo ciertos aspectos para que la sangre fluya debidamente y evitar problemas de salud.
- Evita estar mucho tiempo en la misma postura, dando paseos y, si pasas mucho tiempo sentado en el trabajo, moviendo los pies y las manos, cambiando la posición de las piernas o usando un reposapiés.
- Puedes usar medias compresoras si, por el contrario, pasas muchas horas de pie, para evitar que la mala circulación empeore y aparezcan varices y arañas vasculares. Estas deberá recomendarlas un especialista para cada caso particular.
- Coloca las piernas en alto un ratito al día, por encima del corazón, para favorecer la llegada de la sangre.
- Usa calzado cómodo, sin mucho tacón, con una tela que transpire y con una suela que amortigüe y aísle.
- El ejercicio es fundamental para favorecer el flujo circulatorio y fortalecer la pared de las venas.
- Una alimentación sana y equilibrada, baja en sal, evita el sobrepeso y la presión arterial alta, así como la retención de líquidos, que son factores de riesgo para una mala circulación sanguínea.
- Bebe agua e hidrata la piel. Recuerda que es esencial tomar entre 1,5 y 2 litros de agua al día. Además, una buena hidratación de la piel evita la sequedad y la aparición de durezas y grietas.
- Los masajes también pueden ayudar a favorecer la circulación de la sangre.