El virus del hermano mayor, conocido clínicamente como citomegalovirus, es la infección congénita más frecuente en los países desarrollados. Se calcula que se presenta en el 0,5% de los embarazos, es decir, en uno de cada 150 bebés. Aunque en la mayoría de casos no suele dar lugar a graves consecuencias, sí puede provocar diversas formas de discapacidad física y mental en los recién nacidos si se contrae durante el primer trimestre del embarazo.
El citomegalovirus, que pertenece a la misma familia de los herpes, se propaga de una persona a otra a través de los fluidos corporales como la sangre, la saliva, la orina, el semen y la leche materna. El contacto casual no lo transmite. No tiene cura, de hecho, una vez que se contrae la infección, permanece en el cuerpo para siempre, según destaca la Clínica Mayo. Eso sí, existen medicamentos que ayudan a tratar los síntomas.
Algunos bebés con citomegalovirus congénito que parecen sanos al nacer desarrollan signos con el tiempo, a veces no durante meses o años después del nacimiento. Los más comunes de estos signos tardíos son la pérdida auditiva y el retraso en el desarrollo. Un pequeño número de bebés también puede desarrollar problemas de visión.
Los signos y síntomas más comunes en los bebés que tienen citomegalovirus congénito y que están enfermos al nacer son:
La mayoría de las personas saludables que se contagian presentan pocos síntomas o ninguno. Al infectarse por primera vez, algunos adultos pueden tener síntomas similares a la mononucleosis infecciosa, conocida como la enfermedad del beso, o a la varicela. En las personas que tienen sistemas inmunitarios debilitados, como las que han tenido un trasplante de órganos, médula ósea o células madre, una infección con citomegalovirus puede ser mortal.
Teniendo en cuenta que el virus del hermano mayor puede provocar efectos muy graves en el bebé, la mejor opción es prevenir el contagio. Si hay un niño pequeño en casa, se deben tomar algunas precauciones básicas.
Abrazar al niño o estar cerca de él no implica ningún problema, ya que se necesita un contacto estrecho con los fluidos corporales para que se produzca el contagio. Las medidas de prevención adecuadas son las siguientes:
Las pruebas de laboratorio (que incluyen análisis de sangre y otros fluidos corporales o pruebas de muestras de tejidos) pueden detectar el citomegalovirus. Si la madre gestante ha estado en contacto con alguna persona que tenga el virus o presenta algún síntoma de la enfermedad, lo indicado es que se haga un examen de sangre. Además, si se quiere saber si el feto tiene el virus, se suele realizar la amniocentesis.
Por lo general, el tratamiento no es necesario para los niños y adultos sanos. Los adultos sanos que desarrollan mononucleosis por citomegalovirus generalmente se recuperan sin medicación.
Los recién nacidos y las personas con inmunidad debilitada necesitan tratamiento cuando experimentan síntomas de infección por citomegalovirus. El tipo de tratamiento depende de los signos y síntomas y de su gravedad.
Los medicamentos antivirales son el tratamiento más común. Pueden retrasar la reproducción del virus, pero no pueden eliminarlo. Los investigadores estudian nuevos medicamentos y vacunas para tratar y prevenir el citomegalovirus, según apunta la Clínica Mayo.