El investigador social y doctor en sociología en la Universitat de les Illes Balears, Lluís Ballester es uno de los mayores expertos de nuestro país en pornografía. Lleva años investigando y estudiando sobre hábitos de consumo, motivaciones, efectos y dinámicas de relación que genera el consumo de pornografía entre los jóvenes, estrategias preventivas, vulnerabilidades y grupos de riesgo: una larga de lista de temas relacionados con la pornografía con el objetivo de frenar esta epidemia juvenil enmascarada, como se refieren a este fenómeno algunos expertos.
“Si durante decenas de años, el uso de pornografía generó fuertes debates, en la última década su consumo masivo en la adolescencia ha provocado la preocupación entre padres y madres, personal educativo e investigador, en especial en relación a la socialización sexual de adolescentes y jóvenes” , dice Ballester en la introducción del artículo del que es coautor Nueva pornografía y desconexión empática (Revista Atánticas 2021, 6, 1, 67-105)
El consumo habitual de pornografía (Siete de cada 10 adolescentes ven pornografía de forma frecuente) produce un efecto en el consumidor habitual conocido como 'desconexión empática'. Quien consume estás imágenes cargadas de violencia, se habitúa a ellas, se desensibiliza y pierde la conexión empática con las personas que salen en ese vídeo y que son víctimas de violencia. En un momento dado, al consumidor deja de importarle el hecho de que la escena violenta que está viendo sea real: si acaso surge algún tipo de narrativa interna, esta tiene que ver con la justificación de su consumo: “Bah… si el hecho de que yo vea esto o no, no cambia nada”.
Precisamente, muchas de las propuestas y de los programas de sensibilización que Ballester estudia desde la Universidad, tienen que ver con recuperar la conexión empática.
Reconectar a los chavales empáticamente… ¿podría ser una herramienta para generar en los chicos un mayor espíritu crítico y para que ellos solos tomaran la decisión de no consumir porno? Como vemos, la estrategia preventiva no consiste en prohibir ni castigar, sino facilitar que los consumidores elijan no ver esos contenidos porque son capaces de conectar empáticamente con el sufrimiento de las personas que aparecen en el vídeo (casi siempre mujeres, niñas o adolescentes). Esta sería, según Ballester una de las vías para acabar con la gran influencia de esta industria del porno que está fagocitando la educación sexual de nuestros jóvenes…Otra vía sería la creación de contenidos audiovisuales de calidad que sustituyan al porno y que sean capaces de cubrir la necesidad de información sobre sexualidad que necesitan los adolescentes: “Sí es posible promocionar alternativas al porno” insiste Ballester.
Pregunta: El consumo de pornografía, cada vez a edades más tempranas ¿está teniendo ya su correlación en algunos casos que vemos en las noticias?
Respuesta: La noticia del otro día de encontrarse con chavales de 14 años cuando la policía entra para detener a unos proxenetas en un piso con indicios de trata y se encuentra con chavales de 14 años dentro…dices, bueno, claramente se están adelantando las edades: los chavales están tocando a las puertas cada vez antes porque los están captando ya en pornografía. Les dicen: “¡estas mujeres fascinantes! ¿No tienes 30 euros? ¡están al lado de tu casa!"…es que es bestial eso, tiene un poder de desorganización bestial.
P: Y todos los casos de violaciones en grupo o violaciones extremadamente violentas como la de Igualada…¿tiene algo que ver el consumo de pornografía?
R: ¿Por qué son tan violentos? Porque los modelos son muy bestias. Una violación con un bate de baseball (...) es que… ¿Cómo puedes creer que eso es una práctica? Pues porque la han visto una vez y otra y otra…eso es lo que es realmente tóxico.
P: ¿Podemos decir que en el consumo de pornografía hay un antes y un después de Internet?
R: Básicamente un antes y un después de las tecnologías de cuarta generación, de 4G, porque piensa que son las que facilitan que se distribuyan vídeos de alta calidad a alta velocidad en todo el mundo. Y ahí aparece un negocio brutal. Internet aparece antes, pero, estas tecnologías, han facilitado el boom de la industria pornográfica mundial. En septiembre acabaremos un estudio: el segundo año de seguimiento de 770 adolescentes en un municipio de Baleares que estamos siguiendo desde hace dos años y, entre otras cosas, estamos comprobando una hipótesis que tenemos bastante sólida, que es la de la colonización de la pornografía de las redes sociales: de cómo se está haciendo un casting de pornografía en Instagram. Hemos podido rastrear bastante bien, lo tenemos muy bien identificado y además lo vamos a poder probar.
P: ¿Cómo es esta conexión entre las redes sociales y la industria del porno?
R: Fíjate, es lo que nosotros llamamos escalada de conducta (…) Chicas que envían fotos sexualizadas: a partir de determinados likes, les invitan a hacer páginas de segunda capa. Páginas de acceso con filtros para poder entrar. En esas páginas ya les invitan a subir -porque ya no deben cumplir las normas de la comunidad Instagram- les invita a subir videos e imágenes sexualizadas de genitales, del acto sexual...eso les da un poco de dinero a las chicas, pero lo que está haciendo es que han entrado en pornografía sin darse cuenta...bueno, se han dado cuenta, pero creen que no están en ese negocio… ¿a dónde creen que van esas imágenes? A la industria pornográfica mundial. En todo el mundo. Y chicas de 13 años están subiendo imágenes muy sexualizadas y además aceptando que pierden la propiedad de esas imágenes por un puñado de euros; es realmente absurdo. El casting mundial del porno se lo está haciendo Instagram a la gran industria del porno (…) Fíjate en alguna chica que tenga de pronto cero posts, cero imágenes en Instagram… Y dices: ¿Cómo es posible, si esta chica tenía 270 imágenes? De pronto, pasa a un negocio en oculto y, normalmente, eso está asociado a que aparece una página de segunda capa, una página a la que se entra con filtro. ¿Qué está significando? Pues eso, que hay una escalada: la autoproducción. ‘Sexual autoexplotation’: se autoexplotan sexualmente.
P: Los expertos llamáis ‘escalada de la conducta’ al paso de ser consumidor de porno a ser parte de la industria…
R: Esto que te acabo de contar es una manera de escalada. La otra es el paso al acto: chicos muy jóvenes tocando a la puerta de prostitución porque les están captando su interés...y esa fantasía de lo que estás viendo, “¡deja de ver a otros: hazlo tú! Es que para ellos tiene tanta fuerza ese mandato, ese lema de marketing que arrasa. Esto está pasando y los chicos están llevándolo a su vida privada también, por supuesto…
P: Uno de los peligros del consumo de pornografía tan violenta como la que hay ahora, es que genera un referente en los jóvenes…pero los consumidores ¿no se dan cuenta de que lo que ven no es ficción, de que una violación es una violación real?
R: Fíjate, con estos chicos de los que te hablaba [de la investigación en Baleares] siempre, después de pasar las pruebas, yo tenía una entrevista con ellos y les decía: “fíjate, tú estás consumiendo pornografía violenta...¿tú crees que eso no tiene ninguna trascendencia?” y me decían: “Bah… ¿a quién le importa?…a mí me pone, esto es lo que me pone y ¿qué quieres que te diga?…no le importa a nadie si yo lo veo” (…) Ese chico cree que no tiene ninguna responsabilidad, pero hay un algoritmo que está leyendo: “Aumenta la demanda de palizas a chicas jóvenes antes de violarlas en grupo”. Vale, pues produzcamos más de eso, interpreta. Ahí hay un mecanismo ciego de incremento de la demanda y no se dan cuenta… y eso es la desconexión de la empatía. El porno es la única cinematografía en la cual, para representar la violencia, hay que hacer violencia realmente. No verás una película de guerra en la que maten a la gente… Hacen ‘como si’ y algún extra o algún actor especial se lleva alguna torta…pero una. En el porno, es sistemático: una violación es una violación, una paliza es una paliza.
P: ¿Qué es exactamente la desconexión de la empatía?
R: Las modalidades de empatía que nosotros trabajamos son la empatía afectiva, que es esa automática y que activa nuestras emociones, y la empatía cognitiva. La empatía cognitiva era la del nazi que mataba de un culatazo a un bebé de 9 meses delante de su madre después de separarlos y, por la noche, cuidaba a sus hijos muy bien y oía música de Mozart o de Schubert…no le importaba nada porque para él, los judíos eran subhumanos: esta es la desconexión de la empatía cognitiva, que es la desconexión que produce alguien que es racista. Un racista tiene esa desconexión cognitiva: “No me importa nada de lo que te pasa, porque tú eres una raza subhumana”, hablado con sus términos. Pues eso está pasando en el porno con respecto a las mujeres. Le pegan una paliza…y quien lo ve dice: “Es que me pone, es que... ¿qué quieres que te diga?”. Pero "¿no te das cuenta de que es una niña de 12 años o de 13?, ¿o que es una mujer embarazada de 9 meses?"
P: Al consumir esas imágenes están contribuyendo a que la industria del porno se sostenga sin darse ni cuenta…
R: Las imágenes desensibilizan. Y de eso trata la desconexión empática, desensibilizan porque parece que estás viendo algo que no le está pasando a nadie, como cuando estamos viendo cine, que es un ‘como si’...pero es que aquí no hay un ‘como si’…está pasando de verdad. “Bueeeeno, pero si no me fijo mucho, no pasa nada…a mí no me molesta…” eso es lo que nos dicen.
P: De manera indirecta sí son responsables…
R: Todos somos responsables y tenemos que sensibilizarnos. Hay que ponerle regulación y, como sociedad, hay que tener claro que igual que un niño de 12 años no puede trabajar en una fabrica, pues un niño de 12 años o una niña, no puede aparecer en el porno…nos debería parecer aberrante en lugar de ser parte de la industria. Pues no lo es, ahora no lo es y la realidad es que se está consumiendo eso. Si cada año se detiene y condena a unos 500 tíos produciendo ese porno, es porque hay 50.000 que lo están consumiendo…o 500.000.
P: Algunos de los programas de sensibilización que estáis implementando desde la Universidad tiene el objetivo de lograr una mayor conexión empática…¿qué resultados estáis obteniendo?
R: Tienen un efecto limitado (...) Lo que buscamos es que los jóvenes tengan una cierta capacidad crítica; que esto que a mí me dicen de: “bueno, pero me pone, ¿qué quieres que te diga Lluís? ”…pues que no pase. Porque, normalmente, quien escala en la búsqueda del porno es porque no consigue el clímax ni en media hora ni en una hora y lo que hacen es buscar imágenes con mayor poder de activación emocional y claro, ahí entra la violencia: porque la violencia es un activador emocional muy bestia.
P: Los adolescentes están ávidos de información sobre sexo, lo cual es muy lógico y natural… pero lo que se encuentran en Internet es pornografía, ¿hemos fracasado como generadores de buenos contenidos sobre sexualidad que aporten a los jóvenes la información que necesitan sin necesidad de fomentar estas dinámicas tan violentas?
R: Las imágenes del cuerpo humano bien administradas, no tienen por qué tener nada de malo; es el porno el que las hace tóxicas, porque nos pone una mirada que es una mirada que comienza a ser peligrosa porque introduce la violencia sexual, erotiza la violencia sexual. Salirse del mercado del porno y tener la capacidad para representar el cuerpo humano y las relaciones entre los humanos de la manera más libre posible, sin el mercado de la violencia sexual…eso, probablemente, podría ayudar claramente a que el porno no captara toda la atención. Porque el porno, no nos engañemos, es violencia sexual. Hasta la misma manera de hablar. Yo les digo a los chavales de 15 años cuando hago un taller: “¿cómo se habla de las mujeres en el porno?, ¿todos sabéis no? ya solo ese lenguaje, ya a es violencia simbólica” (…) Hablar así de las mujeres, es claramente ponerse en una posición de ejercer violencia. ¿Podríamos producir imágenes que no entraran desde el principio en esta lógica del dominio de género, en la lógica de la violencia simbólica contra las mujeres?...seguro que sí: estoy convencido de que podemos representar el cuerpo humano de una manera más agradable y que responda a la curiosidad de los adolescentes. A determinadas edades eso tendría que poderse hablar con imágenes agradables, bien construidas, no con violencia. Podemos promocionar alternativas al porno. Parte de la responsabilidad es producir buenas imágenes, imágenes educativas…¿no tenemos cinematografía con capacidad suficiente para hacerlo? Seguro que sí.
P: Habría personas que dirían que esas imágenes también son pornográficas ¿cómo diferenciaríamos esos contenidos del porno?
R: Sabríamos que no estamos en el mercado del porno porque lo que buscaríamos sería la conexión empática: justo un elemento clave de la sexualidad humana, que es conectar entre los humanos. Ese es uno de los grandes valores de la sexualidad: el placer compartido pero que lo construimos colectivamente, que conectemos… Y, la industria del porno, justamente va a la contra, es decir, lo que busca es desconectarnos. Fíjate que un elemento clave del porno es que desaparecen las palabras. Los humanos elaboramos nuestras emociones poniéndoles palabras. Así hacemos que se conviertan en sentimientos. Pero, en el porno, el algoritmo siempre lanza películas en un formato de 4 minutos, 8 minutos, 12 minutos, que no tienen ningún tipo de argumento posible, la narrativa es una narrativa muy rápidamente de activación sexual, de activación emocional, por lo tanto, desaparecen las palabras. (…) Podemos romper con ese rollo y reconectarnos: redescubrir la sexualidad en las imágenes…¡pues no estaría mal! Esto yo lo he visto en las filmaciones danesas, suecas y tal, que están bien, son las que se estudian en sexología…hay una gran cantidad de personas creativas que están mostrando los cuerpos y cómo se relacionan ¡pero desde la conexión! Nos damos cuenta cuando promocionan esa conexión porque hay discurso, hay palabras, aparece la seducción. En el porno no aparece nunca la seducción, no les interesa porque desconecta al que busca una activación muy rápida: desconecta al yonki.
P: Esto sería realmente innovador en nuestro país. De momento, ¿qué estrategias se están estudiando o fomentando para reducir el consumo de pornografía?
R: Me habrás oído hablar alguna vez de las 5 pes como estrategia: prevención, protección, participación, persecución y promoción. La prevención es buscar que no aumente esa conducta y que haya elementos educativos que les aporte criterio. Con protección nos referimos a la protección para los chicos y las chicas que ya están en niveles importantes de consumo y que necesitan ayuda, o chicos y chicas que han caído en la producción de imágenes, en la explotación sexual y que requieren también que les ayudemos. Participación es escucharlos, escuchar a los chicos y chicas; convertirlos en investigadores de lo que está pasando…eso les convierte en aliados y genera una complicidad fundamental. La persecución se hace mejorando probablemente el aparato legal que permita que las policías persigan esta producción tóxica de violencia y algunas páginas. Yo creo que, que un chaval que tenga 7 años, 8, 9, 10 o 12 y que ponga ‘tetas’ en un buscador y les salga porno…yo creo que eso es irracional. Es que entran en nuestras vidas con demasiada facilidad. Algunos controles podría haber ¿no? Y por último la promoción de relaciones más saludables: tenemos que invertir en construir una sexualidad mucho más abierta, más libre, que responda a la curiosidad en otros ámbitos, como hacen los daneses o como hacen en el norte de Europa o en algunos países que nos llevan unos años de ventaja.
P: Para terminar, un apunte sobre la primera P, prevención, ¿qué medidas concretas se podrían tomar en ese aspecto? Porque entiendo que hay jóvenes más vulnerables que otros, o con más riesgo de caer en el consumo problemático de pornografía…
R: Uno de cada 4 chicos está en consumo problemático de pornografía: un 25 % es muy bestia. El consumo problemático es un consumo muy frecuente, diario y a lo largo de años. Hay mucha gente -el otro 75 %- que está en un consumo ocasional o recreativo, muy puntual...pero ¿qué lo modera? Tener relaciones emocionalmente significativas con otras personas: eso es un muy buen moderador. También lo es tener buenas habilidades sociales. Varios estudios dicen que a quienes enganchan para el consumo más problemático de porno, son sobre todo chicos con dificultades para establecer relaciones, con problemas de habilidades sociales, habilidades comunicativas, de contacto con otros (…) Por lo tanto, hay cosas que podemos hacer, porque la investigación nos está mostrando a quiénes enganchan más. Bueno, pues… ¿podemos mejorar la capacidad comunicativa de los chavales?, ¡claro! ¿Podemos mejorar las relaciones emocionalmente significativas? ¡claro que podemos!