Recuerda la psicóloga Isa Duque que cuando era adolescente elegía cuidadosamente la ropa que iba a ponerse para ir al bar de moda y a nadie le extrañaba lo más mínimo ¡era lo más normal del mundo! Ahora, sin embargo, nos escandalizamos cuando vemos que las chicas y chicos eligen escrupulosamente las fotos que cuelgan en Instagram… son los mismos jóvenes y adolescentes que éramos nosotros, con las mismas necesidades de relacionarse que teníamos nosotros, solo que trasladadas al espacio digital.
Reconoce esta psicóloga creadora de @lapsicowoman en redes sociales, que si a los 14 años ella hubiera tenido la posibilidad de seguir el minuto a minuto de la vida de las Spice Girls a través de su Instagram por supuesto que lo hubiera hecho…“Por eso invito tanto a los adultos a volver a nuestro yo adolescente”.
Duque, acaba de publicar Acercarse a la generación Z (Zenith 2022), un libro que es más bien un manual de instrucciones en el que nos anima -primero de todo- a reconocer los adultismos y la juvenofobia que hay en nosotros para desde ahí, poder tender puentes con la generación Z (nacidos entre 1994 y 2010).
Mirar a la gente joven con estas gafas adultocéntricas, nos desconecta de la juventud, asegura. “Muchas veces pensamos que la generación Z está perdida o está totalmente sometida a esta prolongación del brazo que tienen que es el smartphone que les controla y les quita la capacidad de decisión, la capacidad de ser críticos y ser críticas, de conocerse… y esto es una mirada que hacemos mucho desde el adultismo”,insiste. “No nos imaginamos la cantidad de cosas que hacen desde lo digital y desde fuera de lo digital. Pero siempre sale este prejuicio cuando vemos un grupo de jóvenes con el móvil y decimos esto de…¡es que no saben como relacionarse! cuando en realidad se están relacionando todo el rato”.
Pregunta: La idea más interesante que transmites en tu libro es que si queremos de verdad entender a nuestros jóvenes y adolescentes necesitamos cambiar esa mirada adultizada que tenemos, el adultismo con el que les miramos…
Respuesta: Es que algo que está tan instaurado, que viene de tan antiguo y que hemos vivido cuando éramos jóvenes que, o te paras y te pones las gafas de detectar el adultocentrismo, el adultismo… o te paras y dices: vale, voy a ver estas violencias que se han reproducido sistemáticamente -desde Aristóteles, como digo en el libro- vale, voy a ponerme estas gafas y voy a reconocer los adultismos y la juvenofobia que hay en mí. Porque dentro del adultismo estaría la juvenofobia, porque al final tratamos con muchos menos derechos, respeto y legitimidad a las personas con menos edad …como si supieran menos. Esto lo tenemos muy instaurado: es como el sexismo, como la gordofobia, como el racismo; yo llevo años deconstruyéndome todo esto pero sigue estando en mí porque son violencias estructurales que están supernaturalizadas. Entonces creo que es muy clave que para empezar digamos: sí, soy adultista; sí, tengo juvenofobia. Es muy interesante reconocer el adultismo que tenemos interiorizado y, desde ahí, darle una vuelta…
P: Desde que la humanidad existe, los adultos tenemos la costumbre de echar la culpa de todo a los jóvenes…¿la pandemia ha acentuado esta juvenofobia?
R: Yo, una de las cosas que tengo muy claras -porque trabajo con gente de diferentes edades y en la consulta en concreto con adultos- es que si los estudios que hacen con gente joven, los hicieran con población de más edad, a mí me resultaría interesantísimo. Algo que nombro en el libro y que me sorprendió muchísimo desde mi adultismo, es que el 91 por ciento de las personas jóvenes había cumplido todas las restricciones por la crisis de la covid 19 que se habían puesto desde el estado. Si hicieran este estudio con gente de más edad, ¿qué tanto por ciento hemos cumplido todo? Otro tema al que llevo años dándole vueltas -porque soy sexóloga- es el tema de la sexualidad. Nos encanta hablar de las malas praxis sexuales que tiene la gente joven. Y yo, que escucho a la gente joven y escucho -en este caso en la consulta- a muchas mujeres de edad entorno a los 40….digo…¿quién se está desprotegiendo más?, ¿quién está tendiendo más encuentros de riesgo?
P: ¿Qué consideras que es lo que más necesitan los jóvenes y adolescentes de nosotros que no les estamos dando?
R: Yo les cuento mucho a las familias y a los profesores cómo la chavalería me dice: ¡gracias!, ¡nos has escuchado!...y es muy fuerte que esto me lo digan en casi todos los talleres, porque quiere decir que no les estamos escuchando.
P: Si no les escuchamos, imposible que les comprendamos...
R: Cuando formo a formadores yo les digo: la clave para sentirnos cercanos y cercanas es trabajarnos el adultismo. También la tecnofobia, pero es necesario que revisemos el adultismo, ¡es que lo cambia todo! Pero es que la gente se lía, porque como nos han dado esta imagen de los adolescentes como tan violentos, que les das la mano y te cogen el brazo… los formadores creo que van a las aulas muchas veces como con este miedo, con estas resistencias, con este pánico, colocándose en un lugar que ni les hace sentir bien a ellos ni a la chavalería.
P: El estigma de las famosas conductas de riesgo de la adolescencia y la juventud pesa mucho…
R: Estas conductas de riesgo también son mentira. Mucha gente piensa que la adolescencia actual es más machistas que antes… no lo son; que son más violentos que antes…no lo son. Ahora se denuncia más el machismo, se denuncia más al maltrato en el marco de la pareja, se detecta el control en el marco de la pareja…mucha gente piensa que los adolescentes actualmente consumen más alcohol y otras sustancias…¡para nada!. Son la generación más sana de las últimas décadas, y no lo digo yo esto, lo dicen los estudios…pero claro, no nos lo cuentan.
P: Efectivamente la mayor parte de las noticias que se publican en los medios sobre los jóvenes son cosas negativas: botellones, violencia, consumo de pornografía…
R: Es que además es mentira…mira hay un dato que sale en el libro que dice que en las dos últimas décadas, en los últimos 20 años, ha disminuido el consumo de cannabis, cocaína, LSD y drogas varias, a la mitad…es la generación más sana. Es que yo cuando les entrevisto y me cuentan lo que hacen los fines de semana y lo comparo con mi adolescencia, digo: me están timando…y les digo, “no, venga… pero decidme de verdad lo que habéis hecho”. Y me dicen “hemos hecho esto: nos juntamos, nos aprendimos una canción, hicimos un Tik tok”. Pero es cierto, esto no es lo que sale en los medios.
P: Aquí entramos en el terreno de las tecnologías, que es central en tu libro. La generación Z está digitalizada al 100%. Si queremos entenderlos no nos queda otra que conocer a fondo su mundo… pero a muchos adultos lo digital nos genera cierto rechazo…
R: Aquí se junta la tecnofobia con la neofobia y se nos olvida que sus deseos, sus anhelos y su necesidades de relación son las mismas de siempre, solo que trasladadas al espacio digital, y que ahora el bar de moda se llama Instagram. Es que oímos mucho eso de “es que eligen las fotos que suben a Instagram”. Y yo digo: “mira, es que yo, cuando iba a una bar cuando era adolescente, también elegía la ropa que me ponía”.
P: ¿Entrar en su mundo significa que nos tiene que gustar ese mundo?
R: La gente se piensa que a mí me encantan las redes sociales, y a mí no me gustan…A mí me gustan las aulas, las calles, los teatros y las librerías. No me gustan las redes, pero es como que no queda otra; si quiero estar cerca y quiero crear espacios de contrainformación, entonces tenía que dar ese salto. La dificultad que he visto esta semana -que por las mañanas trabajaba con adolescentes y por la tarde con familias y con ciudadanía, profesores etc- es que como echamos la culpa a lo tecnología, a las redes sociales, me eximo, me quito la culpa. Y se nos olvida que somos modelos para ellos 24/7 y que sus verdaderos influencers, que pasan con ellos y con ellas tantas horas desde que son pequeños. Entonces, claro, urge una pedagogía digital y que nos pongamos las pilas en los cuidados digitales. Pero para muchos adultos es como ¡ufff qué pereza!...
P: Tiene sentido que si lo que queremos es inspirarles de verdad lo hagamos con sus códigos…y sin juzgarles
R: Acercarnos con menos prejuicio, porque, claro le decía a una madre: “Poneos a ver Elite con vuestros hijos y vuestras hijas…pero poneos a ver Elite sin comentar desde el minuto uno lo mal que os parece todo lo que ves”. Y me decía una madre…”uf ¡no sé si eso va a ser posible!”. Y le decía yo: “claro, imagínate que eres una adolescente y que estás viendo Melrose Place y que vienen a criticarte”…pues claro, no vas a dejar que entren para criticar tu mundo. Desde ahí, podemos primero observar su mundo, cuáles son sus códigos y acompañarles a poner esa mirada crítica (…) Pero para eso tenemos que acercarnos desde otro lugar. Es que se nos olvida cómo éramos nosotros de adolescentes, por eso invito tanto a volver a nuestro yo adolescente.
P: De los adolescentes se critica mucho que este enganche que tienen a la tecnología les hace tener la mirada siempre hacia fuera, hacia la pantalla, y que eso les impide mirar hacia dentro y construir su identidad. Muchos psicólogos hablan del problema de esta falta de introspección en los jóvenes.
R: ¿A quién le cuesta hacer a introspección?, ¿a la gente adulta no? (…) ¿quién está más enganchado a las pantallas? Porque yo veo familias en las que el mal uso de las pantallas lo hace la gente de más edad. Y digo pantallas como digo compras compulsivas, como digo cervezas en cuanto sales del trabajo. Fíjate como estamos hablando de la necesidad de introspección de la generación Z cuando yo creo que esto es una dificultad generalizada y creo que responde a un mercado concreto. Hay un autor surcoreano que tiene un libro que se llama ‘Las no cosas’, que habla de la infodemia y de cómo al capital le interesa mucho que estemos todo el rato con la cabeza a mil cosas para no pararnos y pensar: pensar es peligroso porque está comprobado que compramos menos y consumimos menos y el capitalismo se cae. Si hablamos de esto y hablamos sin este adultismo, tenemos que decir que esto es algo que está pasando en general en toda la sociedad y nos tenemos que poner las pilas.
P: Tal vez nuestro adultocentrismo nos impide ver que la generación Z hace introspección a su manera.
R: La hacen, de otras maneras, con otros formatos, pero la hacen. Yo veo a gente de 16 que se conoce mucho más que gente de 40…En redes sociales hay gente de todo, es verdad que hay mucho vainillismos del tipo ‘sana tu autoestima en 6 tips’, claro, pero si sabes buscar de manera más crítica, te darás cuenta de que ahora tienen muchas más herramientas que cuando yo era más joven para conocerse. Y yo veo a adolescentes que con 16, 17 y 18 tienen mucho más claro muchas cosas que yo las he tenido claras a los 30. Hay gente con 16 que está perdida y en crisis, claro, pero como gente de 40. Pero fíjate qué interesante: les vemos ahí pegados a un móvil y damos por hecho que están siendo manejados por una aplicación y están viendo chorradas…y muchas veces sí, y lo necesitarán como yo cuando me veo mis series chorras o cuando me pongo a pensar en las musarañas. Es que si cuando yo hubiera sido adolescente hubiera podido ver las Spice Girls en su día a día, también hubiera estado mirando su Instagram. Pero no podemos olvidar que también hacen cosas muy interesantes a través de las redes sociales: se organizan, crean movimientos de transformación social y tienen muchas más herramientas para conocerse. Y aparte de lo digital, yo veo que tienen unos hábitos, por ejemplo de fines de semana, muchos más sanotes. Se reúnen, hablan, filosofean…
P: Esto lo sabes tú bien, que trabajas a diario con ellos…
R: Es que yo llevo más de 15 años en aulas, y los últimos 8-7 años me empiezan a hacer unas preguntas, unas reflexiones. Me empiezan a enseñar una cantidad de cosas…empiezo a ver todas las habilidades que tienen que han aprendido en tutoriales de Youtube y, en paralelo, veo todo lo que dicen de ellos… A mí me encantaría que grabaran lo que veo en las aulas para que la gente viera eso. Hay muchos vídeos en el canal de Youtube sin ningún tipo de guion que los protagonizan la gente joven que te invito a que los veas… y la gente flipa y es que es yo digo “¡pues claro!, es que esto es lo que tiene escucharles”. Pero es que somos muy injustos y muy injustas. Mira, yo esta semana he estado trabajando a tope y mi propio adultismo: en la última parte del taller, me hacen preguntas anónimas y luego yo las respondo. Y yo pensaba: “bueno, no me van a preguntar nada, me van a preguntar con un montón de faltas de ortografía, me van a preguntar cosas supertontas” pues las he estado sistematizando y son unas preguntas tan interesantes, tan bien redactadas, con tanto cariño, con tanto respeto, con tanto dolor también -porque hay algunas situaciones que están viviendo muy complejas-…Pero claro, esto, si no estás ahí, pues ni te lo imaginas…