Con la llegada del verano, el buen tiempo y el calor, las terrazas de los bares rebosan de clientes sedientos y deseosos de tomarse una caña bien fresquita. Muchas personas optan por hidratarse con una cerveza y de paso cesar el incesante bochorno.
Aunque sienta bien al cuerpo, la cerveza no hidrata, sí está deliciosa, pero esta bebida lo que produce es deshidratación por su contenido en alcohol.
Es mejor siempre tomar algo caliente para combatir el calor. Por eso los que saben lo que es pasar calor toman té o infusiones calientes, para que el interior de nuestro cuerpo se adapte a la temperatura externa.
Otro error que cometemos es beber la cerveza en una copa fría o jarra congelada. Sí, lo hemos estado haciendo mal todo este tiempo. Aunque la cerveza puede estar muy apetitosa en un recipiente helado, no es nada recomendable para la salud.
Los expertos confirman que el exceso de frío disminuye la volatilidad de los componentes aromáticos de la cerveza. Por ello, cuanto más fría está la bebida, menos burbujas suelta y parte de los aromas, en vez de ascender con ellas, se fijan en el líquido. Además, a temperaturas inferiores los receptores olfativos captan menos sustancias volátiles y las papilas gustativas dan una señal menos intensa.
Otro concepto que debemos tener en cuenta son las jarras, y es que estos recipientes suelen estar en arcones en los que también se guardan otros alimentos congelados como carnes o pescados y pueden coger el olor, perdiendo sus aromas y sabor original.
Una temperatura excesiva también oculta agradables propiedades de los lúpulos y elimina la refrescante carbonatación. En el contacto de la cerveza con el recipiente helado se rompe el carbónico y comienza el deshielo.
La textura de la espuma cambia al entrar en contacto con el líquido, rompe la armonía de la cerveza y bajar el nivel de cremosidad. Servir la cerveza a temperatura más bajas provoca una mayor retención de CO2 y por lo tanto al tomarla tendremos un trago que llena mucho más.
La temperatura ideal dependerá de cada tipo de cerveza. Las empresas cerveceras suelen indicar a qué grados deben servirse sus productos. Pero, conviene que el líquido esté un poco más frío de lo recomendado, para compensar los grados de diferencia con el vaso o incluso de las manos de la persona que la sirve.
En cualquier caso, los expertos indican que hay que olvidarse de la copa o vaso helado si se quiere disfrutar al máximo de una buena cerveza.
Según La Fundación Española del Corazón la cerveza posee múltiples efectos positivos para la salud. Esta bebida es rica en vitaminas, proteínas, ácido fólico y antioxidantes, algunos estudios apuntan que su consumo moderado se asocia a beneficios cardiovasculares, de salud ósea y hasta contra la obesidad. Eso sí, siempre dentro de una alimentación equilibrada.
Es rica en nutrientes puesto que este alimento posee propiedades nutricionales muy valiosas para el organismo:
Los expertos insisten en la importancia de que el consumo de la cerveza, en personas sanas y fuera de la gestación, se haga de forma moderada: en el caso de las mujeres, una o dos cervezas al día; en los hombres, dos o tres. Las personas que siguen una dieta deben calmar previamente su sed con agua o con una infusión y han de elegir siempre cervezas sin alcohol. No olvides que todos los beneficios antes señalados se enmarcan en una dieta equilibrada y en el consumo moderado de cerveza, ya que la ingesta de alcohol en exceso siempre repercute de manera negativa en nuestra salud y calidad de vida.