Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad del Este de Finlandia, demuestra que las personas que habían intentado perder peso repetidamente tenían un índice de masa corporal (IMC) más alto que aquellos que no habían intentado perder peso previamente.
Los resultados indican que las personas que habían intentado perder peso repetidamente informaron de una mayor tendencia a restringir deliberadamente la ingesta de alimentos para controlar el peso y una alimentación más descontrolada con tendencia a comer en exceso que aquellos que no habían intentado perder peso previamente.
Los investigadores estudiaron las relaciones entre un historial de pérdida de peso a lo largo de la vida y las tendencias del comportamiento alimentario, es decir, la restricción cognitiva de la alimentación, la alimentación descontrolada y la alimentación emocional, así como características antropométricas como el índice de masa corporal y la circunferencia de la cintura, y características metabólicas, como insulina plasmática y colesterol.
Además, el estudio exploró las motivaciones detrás de los esfuerzos individuales para controlar el peso, las barreras que desafían estos esfuerzos y las estrategias comunes para lograr los objetivos de peso.
Los datos se recopilaron en dos proyectos. En el proyecto Kuluma (Consumidores en el mercado de control de peso), se contactó a 2.346 participantes en el vestíbulo de entrada de dos supermercados o a través de una encuesta basada en la web.
Por otro lado, el estudio 'StopDia' involucró a 2.684 adultos con alto riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, y sus datos consistieron en mediciones recopiladas antes y después de una intervención en el estilo de vida destinada a reducir los factores de riesgo de diabetes tipo 2.
En ambos proyectos, el historial de pérdida de peso a lo largo de la vida se evaluó mediante la pregunta: '¿Ha intentado perder peso durante su vida?'. Las respuestas podrían ser 'no', 'no, pero he estado tratando de mantener mi peso estable', 'sí, 1-2 veces', 'sí, 3 o más veces' y 'sí, continuamente'.
Los participantes de 'StopDia' que informaron varios intentos previos de pérdida de peso también mostraron circunferencias de cintura más grandes. Además, aquellos que habían intentado perder peso con mayor frecuencia reportaron más alimentación emocional, definida como la tendencia a comer en exceso en respuesta a emociones negativas, en comparación con aquellos que no habían intentado perder peso previamente. En cambio, aquellos sin intentos previos de pérdida de peso mostraron una disminución notable en sus concentraciones de insulina plasmática en ayunas luego de la intervención de estilo de vida de un año.
Según el estudio, los motivadores más importantes del control de peso fueron mantener la movilidad, la salud y el bienestar. El ejercicio físico y la atención al tipo de alimentos ingeridos fueron las estrategias más utilizadas para el control del peso. El placer de comer alimentos y golosinas, y la falta de autodisciplina entre las causas de no perder peso pese a intentarlo.