Con el calor el cuerpo te pide alimentos fríos y fáciles de digerir, como el ajo blanco, el gazpacho, las frutas y ensaladas, pero también apetecen más que nunca los helados o una cerveza helada, porque nos hacen sentir frescos. Sin embargo, estos últimos no son "buenos para nada" y menos "para refrescarnos".
Los alimentos con un elevado contenido de agua y otros nutrientes esenciales para nuestro organismo, son los mejores porque hidratan el cuerpo, algo esencial en esta temporada cuando el sudor amenaza dejarnos agotados. La especialista Yolanda García González, graduada en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad de Navarra recomienda "tener fruta cortada en la nevera, porque es un alimento muy fresquito, que va a estar al alcance de toda la familia, con todos los requisitos para ser el alimento perfecto en verano". El secreto es darle al cuerpo "alimentos que tengan gran cantidad de agua, para prevenir la deshidratación. Con el calor sudamos más y necesitamos reponer".
Las altas temperaturas del verano afectan directamente a nuestra energía y vitalidad, provocando que nos sintamos más cansados. El cansancio inesperado que nos cae como una lápida en primavera y el verano puede tener diferentes causas. Puede deberse a que con la llegada del buen tiempo haya un cambio brusco en las rutinas de descanso, alteración de los horarios o puede ser debido, por la época del año, al agotamiento físico y mental acumulado todo el año.
Otra razón puede ser el cambio fisiológico que experimenta nuestro organismo a causa del calor. Esto puede provocar una bajada de la tensión, un aumento de la sudoración, que es una reacción natural con la que el cuerpo busca refrescarse, pero que también puede desembocar en deshidratación y pérdida de minerales. De ahí, que la alimentación sea algo más que irnos de picoteo o de tapas todas las tardes para estirar estas jornadas veraniegas.
A pesar de que cuando el sol asoma y empezamos a sudar lo primero que nos viene a la cabeza es una buena cerveza helada, o que al hacer la compra llenemos la nevera de helados, no son estos alimentos los mejores para el verano. Sí lo son los garbanzos y lentejas, los mismos que a veces nos cuesta comer, porque aportan nutrientes necesarios para esta época. Todo se reduce a buscar alguna receta que se adapte a la temporada, por ejemplo probar estos alimentos en ensalada. Para Yolanda García González, los alimentos que es mejor evitar "son los alimentos copiosos, densos, muy condimentados, que dificultan la digestión, que nos dan más sueño, más pereza y nos complican sobrellevar el calor".
Sobre los socorridos helados o la cerveza en la terracita, la experta nos congela el entusiasmo: "no son alimentos buenos para nada, pero para refrescarnos tampoco. Todos los alimentos que contengan muchos azúcares o el alcohol, lejos de refrescarnos, nos provocan más sed. El recurso principal para refrescarnos siempre es el agua".
No hay que esperar a tener la sensación de sed para hidratarse de forma regular durante el verano. Refrescarse y beber con frecuencia, aunque el cuerpo no te lo pida, es una obligación que deben tener muy presente las personas mayores.
"Los niños y personas mayores deberían tener una alimentación equilibrada con todos los nutrientes igual que el resto del año. La especialista en Nutrición descarta suplementos especiales para estas edades, aunque sí subraya la importancia de beber agua de forma más regular. En mayores y niños "en los que el mecanismo de la sed no funciona de forma tan eficiente podemos correr el riesgo de deshidratarnos.
No olvides dedicar al menos seis horas de descanso, aunque lo recomendable sean 8 horas. No cambies bruscamente tu rutina, aunque el cuerpo te pide alargar el ocio con la mayor cantidad de horas de luz. Antes de ir a la cama, puedes darte una ducha templada, nunca fría, viste ropa ligera de algodón que permita la transpiración y ventilar el dormitorio. Durante el verano, también se puede hacer deporte, pero es muy importante elegir una hora del día para la actividad física en la que la temperatura no sea extrema y evitar los sobresfuerzos.