Laura tenía 24 años cuando comenzó a salir con su expareja. Él no quería compromiso, pero aun así decidieron estar juntos y no ver a nadie más. Las inseguridades no tardaron en aparecer. “Me obsesioné con que me iba a poner los cuernos”, comparte con nosotros la joven de ahora 26 años.
El miedo a la infidelidad transformó a Laura. “Si se dejaba el móvil en la habitación mientras se duchaba o estaba dormido, yo lo revisaba. Todo. WhatsApp, mensajes de Instagram, los mails… Hasta miraba la lista de la compra de Amazon para ver si había comprado un regalo para alguien”, confiesa. “Miro atrás y me arrepiento, me da mucha vergüenza”, añade, “pero en el momento me daba calma, lo que pasa es que me duraba muy poco”.
Más pronto que tarde la relación se acabó, pero no por una infidelidad, sino por la desconfianza mutua. “Él no me puso los cuernos, pero yo no confiaba, y él al ver que yo me había vuelto tan celosa y posesiva tampoco confiaba. Era muy tóxico todo”, recuerda, “y acabamos rompiendo y volviendo un par de veces hasta que ya se acabó para siempre”.
Dos años después, Laura ha comenzado otra relación y tiene miedo de que le vuelva a pasar lo mismo. “Ahora mismo hay límites que jamás cruzaría. No volvería a invadir la privacidad de mi novio. Pero claro, lo que me preocupa es que los celos vuelvan, que otra vez me obsesione con que me van a poner los cuernos”.
Cuando hablamos de miedo a que te sean infiel es importante diferenciar dos situaciones
Si el miedo es irracional hablamos de lo que se conoce como pistantrofobia, definida como una preocupación desproporcionada ante la idea de que traicionen tu confianza.
La pistantrofobia o miedo irracional a una infidelidad no surge de la nada. Normalmente se debe a experiencias traumáticas en el pasado. Sí, que tu ex te haya puesto los cuernos puede provocarte una inseguridad tan grande que acabes extrapolando el miedo y las rayadas a tu relación actual, aunque esta sea sanísima.
Si estás leyendo este artículo en busca de consejos para evitar que tu pareja te ponga los cuernos, como psicóloga siento decirte que eso es imposible.
Si te quiere engañar, no servirá de nada que le revises el móvil, que le prohíbas salir de fiesta con sus amigos/as, que te enfades si bebe alcohol porque “le hace perder el control” o que te enfades si conoce gente nueva –especialmente si esta gente es atractiva y del género que le atrae–. Digo esto y enfatizo en ello porque si tu pareja quiere serte infiel, lo será en cualquier contexto, haya consumido alcohol o no y esté de fiesta o en la misa de los domingos.
Lo que no sirve de nada es obsesionarte con el control cada vez que surge un “y si…”. Por ejemplo, “¿Y si esta noche que ha salido de fiesta le entra una chica guapísima y se le va la pinza y se besan?”, o “¿Y si conoce a alguien más interesante que yo en el trabajo nuevo?”, o “¿Y si su mejor amiga en realidad es su alma gemela?”.
A veces, la respuesta a estas dudas es, como decía, la necesidad de controlarlo todo porque pensamos que así disminuimos las probabilidades de que nuestro pensamiento catastrófico se cumpla. ¡Error! Enfadándote con tu pareja (o poniéndote a la defensiva), pidiéndole que cumpla unas reglas de pareja súper estrictas o invadiendo su intimidad lo único que vas a conseguir es que se agobie, se aleje y aumenten las probabilidades de que te deje, ya sea por alguien con quien se sienta libre o por nadie.
Si bien no existen consejos –al menos sanos– para evitar que tu pareja te sea infiel, sí que puedo ofrecer varias recomendaciones para volver a confiar en tu pareja.