Los españoles tenemos la gran suerte de vivir en un país en el que se producen muchos y muy variados vinos de gran calidad. De hecho, quizás lo más complicado sea elegir una referencia u otra entre el amplio abanico de opciones de las que disponemos. Por eso es importante conocer las características de los distintos tipos de vino, para poder escoger con conocimiento de causa. ¿Sabías, por ejemplo, que existen algunos que se elaboran exclusivamente en nuestro país?
Existen muchas formas de clasificar los vinos, en función de distintos criterios. Los más importantes, dentro del área de vinos tranquilos (la mayoría de los vinos pertenecen a esta categoría), son el color, la cantidad de azúcar, el contenido de gas y el tiempo de crianza.
Los vinos pueden clasificarse según su color. Es quizás la categoría más fácilmente reconocible y la más extendida entre los consumidores de vino, por poca experiencia que tengan. Blanco, rosado, tinto o clarete son las cuatro opciones que podemos encontrar, y cada una de ellas implica distintos procesos de elaboración.
Tal y como recuerdan desde la web especializada Catatu, el vino blanco es el que se elabora en ausencia de hollejos (la materia sólida que queda después del prensado de uvas, como piel, semillas, tallos...), de manera que solo se fermenta el mosto, normalmente a temperatura controlada. Se puede elaborar con uvas blancas, pero también con tintas. Por su parte, el vino rosado se fermenta igual, pero con una maceración inicial de varias horas hasta que alcanza el color que el enólogo decida. Los vinos tintos se elaboran normalmente con hollejos y mosto de forma conjunta. Quizás el tipo más desconocido sea el clarete, que se elabora con pieles de uva tinta y mosto de uva blanca.
El contenido de azúcar de cada vino es otro de los criterios más utilizados para distinguirlos entre sí. Así, encontramos vinos secos, semisecos, semidulces y dulces. La vara de medir se encuentra en el contenido de acidez total expresado en gramos de ácido tartárico por litro, en relación con el contenido de azúcar residual. Por ejemplo, un vino con 5,7 gramos de azúcar residual puede ser seco si su contenido de ácido tartárico es de 4,2 gramos. Sin embargo un vino con 5,4 gramos de azúcar residual y acidez total de 3,2 gramos de ácido tartárico será semiseco, ya que la diferencia entre ambos valores es mayor.
Se trata, básicmente, de la presencia de burbujas en el vino, y se trata de una clasificación que se aplica a los vinos distintos a los espumosos. Así, un vino tranquilo será aquel en el que la cantidad de gas es residual y las burbujas son imperceptibles. En cambio, un vio será aguja cuando se puedan notar las burbujas. La presión máxima, en este caso, no puede superar las tres atmósferas a 20 grados.
Por último, en cuanto al tiempo de crianza, esta es la clasificación de los vinos, relacionada con la crianza en barrica o botella y con el tiempo de crianza. Se trata de menciones que solo pueden ser aplicadas al vino de Denominación de Origen, Pagos o Vinos de la Tierra (IGP):
El término barricase puede usar cuando se realiza una crianza de los vinos en barrica de cualquier tipo de madera, no solamente roble.
En los vinos con Denominación de Origen Protegida (DOP) se habla también de las siguientes calificaciones (siempre en barricas de roble y de capacidad máxima de 330 litros):
Tintos
Blancos y rosados