Bañarse en lagos, ríos, embalses... puede parecer más inocuo que hacerlo en pleno océano, donde las olas y las fuertes corrientes tienen un efecto disuasorio mucho más espectacular. Sin embargo, no hay que olvidar que existen riesgos asociados a este tipo de espacios, que también existen corrientes en ellos y que, en definitiva, hay que tener claras las características de las aguas en las que vayamos a bañarnos antes de introducir un pie en ellas. Cada año siguen produciéndose muerte por ahogamiento en este tipo de lugares, por lo que es importante conocer los riesgos de bañarse en lagos y embalses.
No cualquier espacio vale a la hora de darnos un baño para contestar los efectos de las altas temperaturas. Aunque una zona puede aparecer, en principio, inocua, no hay que olvidar que a veces los peligros son silenciosos y que, cada año, siguen produciéndose muertes de bañistas en lagos y embalses de nuestro país. No es casualidad que esto ocurra: las señalizaciones existen para algo, y es importante atender a ellas antes de lanzarnos al agua.
Este sentido, las autoridades recuerdan cada año que es importante bañarse únicamente en aguas correctamente señalizadas, permitidas y preparadas para el baño y, siempre que sea posible, en las que veamos bien el fondo. Esto es especialmente aplicable al caso del agua dulce, ya que su apariencia tranquila puede resultar engañosa y ocultar cambios de profundidad importantes. Sobe todo cuando se trata de niños que aún no saben nadar, tener esto en cuenta es muy importante para evitar sustos.
Además, en contra de lo que podemos pensar a simple vista, estas aguas suelen encerrar importantes corrientes, y este es uno de los grandes peligros asociados a ellas. En este sentido, los ayuntamientos tienen la obligación de señalizar las zonas de baño permitidas y habilitadas, vigiladas por socorristas, algo que no solo se aplica a las playas, sino también a los pantanos y ríos.
Otro peligro asociado a estas zonas de baño es lanzarse al agua sin tener en cuenta la profundidad de la zona. No es raro que se produzcan cada año nuevos casos de traumatismos craneales graves o lesiones medulares asociadas a golpes por lanzarse de cabeza al agua. Ni que decir tiene que bañarse después de haber bebido alcohol, de noche, o tirarse al agua desde una altura elevada, son prácticas que hay que evitar a toda costa.
Por otro lado, siempre será mejor bañarse acompañado o con alguien cercano que pueda avisar a un profesional en caso de que sea necesario. La cautela debe ser aún mayor cuando acudamos a un pantano o lago en familia: es importante que los niños lleven algún tipo de protección, como chalecos o flotadores.
Estos son los principales riesgos asociados a las aguas de interior: