El origen de las 12 uvas de Nochevieja y los mitos de su buena suerte

  • Hay técnicas para tomar las uvas para que nos den suerte

  • Se cree que esta costumbre, asociada en principio a la aristocracia, se importó a España desde Francia o Alemania

  • La primera referencia a las uvas de Nochebuena aparece el 1 de enero de 1894

Navidad es sinónimo de tradición y, en España, una de las más arraigadas es la de comer doce uvas en Nochevieja, una por cada campanada hasta despedir el año que termina y comenzar uno nuevo. Se podría decir que tomar las ‘uvas de la suerte’ no siempre funciona, y este 2020 es buena prueba de ello, pero, por si acaso, te contamos qué debes hacer exactamente para cumplir con esta costumbre navideña y, quién sabe, contribuir tal vez a que 2021 empiece con mejor pie. ¿Cuál es el origen de la tradición de las uvas en Nochevieja? ¿Qué pasos hay que seguir para comer las ‘uvas de la suerte’ correctamente?

¿Cuál es el origen de comer 12 uvas en Nochevieja?

Las doce uvas o 'uvas de la suerte' es una tradición que consiste básicamente en comer doce uvas, una por cada campanada, exactamente en el momento en el que termina el 31 de diciembre y comienza el día 1 de enero, o lo que es lo mismo, en el punto exacto del fin de la Nochevieja. Al menos en teoría, cumplir con esta tradición (y comerse cada uva exactamente en el momento en que suena el segundero) nos garantiza buena suerte en el año que comienza, aunque pocos son capaces de ingerirlas tan rápidamente.

Esta tradición tiene su origen en España y, desde aquí, se ha extendido a otros países hispanoamericanos. Es el caso de México, Venezuela, Bolivia, Ecuador, El Salvador, Perú, Colombia, Puerto Rico, Nicaragua y Costa Rica.

En nuestro caso, uno de los lugares más emblemáticos para seguir las campanadas de fin de año es la Plaza del Sol de Madrid: el histórico reloj de la Casa de Correos se convierte en protagonista de esta tradición que siguen miles de personas en sus casas a través de la mayoría de canales de televisión. En el caso de Canarias (donde se aplica una hora menos), las campanadas varían en lo que a horario se refiere: los residentes en esta comunidad entran en el año nuevo una hora más tarde con respecto al resto de España.

En concreto, la primera referencia a las uvas de Nochebuena aparece el 1 de enero de 1894 en el periódico 'El Imparcial’, en un artículo titulado "Las uvas bienhechoras”. En este texto se habla de una costumbre "importada de Francia”, pero que habría adquirido entre los españoles "carta de naturaleza”. Al día siguiente este articulo apareció en el periódico ‘El Siglo Futuro’, así como una publicación similar en El Correo Militar: “La imperecedera costumbre de comer las uvas al oír sonar la primera campanada de las doce, tenía reunidas en fraternal coloquio á infinidad de familias, y todos á coro gritaron: ¡Un año más!”, rezaba este último texto.

Otras referencias hablan de un artículo publicado en 'El Imparcial’ en 1897, bajo el título ‘Las uvas milagrosas’. Se trata de un extenso texto en el que se explica lo siguiente:

"Para obtener la dicha durante un año entero es preciso comer doce uvas el 31 de diciembre, al sonar la primera campanada de las doce de la noche. La baratura del artículo coloca el amuleto al alcance de todas las fortunas. Por consiguiente, son contadas las personas que dejan de verificar la sencilla y grata operación. Pero se ha observado que, con uvas y todo, hay seres a los que no llega la virtud de la medicina y lo primero que les sucede es caer en la cama, víctimas de un cólico. Después se llenan de granos y de todo tipo de calamidades. Los expertos en amuletos afirman que esto consiste en que no todos saben cómo se comen las uvas, que no basta con meterlas en la boca y tragarlas tranquilamente. Un hombre de la provincia de Huesca que estaba aquí de paso me decía: "No, señor. No todos saben comer uvas. Lo primero que hay que hacer es lavarlas. Después se colocan en fila sobre la mesa y, si esta tiene tapete de hule, mejor. A continuación se las va cogiendo una a una, y sin quitarles el rabillo se comen todas a la vez, inclinando la cabeza al lado derecho. Con esta sencilla operación se consigue un año de felicidades". Otros dicen que no hay tal cosa, que las uvas deben comerse de pie, una tras otra, sin respirar. Y que al tragar la última es preciso dar una vuelta de vals y después acostarse. En esto de las uvas se ven cosas muy raras. Un amigo muy supersticioso que ha escrito una obra sobre los sueños se come las uvas sentado en una silla, con la cabeza tapada y las piernas en cruz. Encima de las uvas bebe una disolución de caldo de puchero y extracto de regaliz. Y después se echa de bruces sobre la cama para que el líquido baje con lentitud. Y merced a esta operación, realizada con fe, mi amigo consigue mejorar de fortuna cada doce meses. [...]. No basta, pues, que se coman uvas el 31 de diciembre. Hay que saber cómo se comen y dónde, con qué dedos y en qué circunstancias. Lo que se debe hacer, según la opinión más generalizada, es procurar que las uvas sean buenas y se coman en buena compañía. Y después... después se echa uno el alma a la espalda y seguro que no sufre ninguna clase de sinsabores durante el año nuevo».

Estos datos, sin embargo, nos hablan de una tradición ya asentada cuyo origen, en realidad, no está nada claro. Existen teorías que sitúan esta costumbre en Francia y Alemania, asociada a un entorno aristócrata y al brindis con champán. Esta celebración sería, por tanto, algo elitista, y con este carácter se implantaría también en España. De hecho, se dice que algunas clases menos acomodadas decidieron asumirla y acudir a la Puerta del Sol para cumplir con ella. Desde entonces hasta hoy, las doce uvas fueron popularizándose hasta convertirse en un básico navideño en todos los hogares, con más o menos fortuna para quienes participan en ella.