Cientos de castillos iguales y en un estado aparentemente bueno llenan la ladera sobre la que se construyó Burj Al Babas, en Turquía. Inversionistas y ejecutivos pusieron 200 millones de dólares para dar forma a este Disney Land que nunca ha cobrado la vida que estaba destinado a tener. Podemos sumarlo a la lista cada vez más abultada de pueblos fantasma.
Burj Al Babas es uno de esos lugares que pudieron haber sido, pero nunca fueron. Se empezó a construir en 2014 en un enclave idílico, entre Estambul y Ankara, con un ‘target’ en mente bastante claro: turistas adinerados de la élite mundial. Algunos de los castillos de estilo francés se vendieron a grandes fortunas del golfo pérsico antes incluso de poner la primera piedra.
Muchos de los inversores no fueron capaces de pagar los costos millonarios y, de esta manera, entre 2016 y 2018 el grupo turco Sarot acabó quebrando y Burj Al Babas quedó a medio hacer. No obstante, como contó ‘El País’, “muchos otros atribuyen este desastre a la tensión política entre Arabia Saudí y Turquía”. Sea como fuere, el asunto está actualmente en manos de la justicia, según el presidente del grupo.
Cada castillo tiene aproximadamente 220 metros cuadrados de superficie, y en el centro del pueblo fantasma se encuentra un ostentoso edificio que se tendría que haber iluminado con restaurantes, cines, baños turcos y comercios. Pero tanto los castillos como el “centro comercial” no son más que un vestigio de lo que estuvieron destinados a ser. La empresa aún tiene esperanza en retomar algún día su construcción.
En cuanto a las poblaciones más cercanas, los residentes de la vecina Mudurnu se quejan del destrozo del paisaje que según ellos supone Burj Al Babas. Su estilo francés, recogió ‘El País’, poco tiene que ver con el otomano que durante tantos siglos ha caracterizado a la arquitectura de Turquía.
Por pueblos fantasma en el mundo, no será. Los hay a puñados en lo que llamamos la España vaciada, como Belchite, en Zaragoza, que fue tomado por el bando franquista durante la Guerra Civil, o Umbralejo, en Guadalajara, con tonos negros por la construcción a base de pizarra y barro que le dan ese halo de cuento de hadas.
Más allá de nuestro país, tiene mucho éxito Bodie, en el estado de California, no muy lejos del lago Tahoe. El pueblo se compone de casas de madera al estilo ‘lejano oeste’ y fue declarado Distrito Histórico. Cada año visitan el parque nacional donde se encuentra unas 200.000 personas.
Aunque la palma de los pueblos abandonados del mundo se la llevan las dos más grandes e imponentes del mundo: Ordos Kangbashi, en China, y Ashgabat, en Turkmenistán. Con millones de metros cuadrados de edificios construidos en los materiales más lujosos, ambas están deshabitadas casi al 100 % y lideran la lista de ciudades fantasmales del planeta.