El bosque de Secuoyas de Cabezón de Sal, en Cantabria, es único en Europa. Sin embargo, su belleza puede condenarle a morir de éxito. La afluencia masiva de visitantes y, en algunos casos, apasionados por abrazar los árboles, ha provocado que los vecinos de esta localidad hayan tenido que tomar medidas.
Es un abrazo que los está matando. Miles de abrazos que los árboles pueden recibir a lo largo del día y que acaba desgastándolos hasta llegar a su propia muerte.
El parque cántabro de Secuoyas, único en toda Europa, sufre el estrés de más de 200.000 visitante anuales. Precisamente, los turistas los abrazan para huir de la tensión de las ciudades y como una forma de meditación activa.
Por ello, este el abrazo está ya totalmente prohibido. Con carteles informativos los vecinos se han adelantado a las instituciones para concienciar y proteger a las secuoyas del asedio turístico.
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