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Italia es un país apasionante se mire por donde se mire, su cultura, su gente y su gastronomía, hacen que este país sea único en su especie. Aunque es una gastronomía de lo más característica, su cocina es una de las más variadas del mundo y cada minuto que pasa gana más adeptos en todo el mundo. Sus sabores, su materia prima, su calidad… hacen de esta cocina una de las favoritas en todo el mundo.
Cuando pensamos en gastronomía italiana enseguida viene a la mente la pasta, la pizza y los helados, pero es mucho más que todo eso. Entre sus platos más típicos encontramos el risotto, el ossobuco, la bistecca a la florentina, el bollito misto, la busecca, el carpaccio, la ensalada caprese, la sopa minestrone, el vitello tonnato, los arancini o los paninis… y podríamos seguir y seguir ahondando en las profundidades de la gastronomía italiana. No obstante, hemos hecho un ranking de los 10 platos indispensables para los visitantes de Italia este verano.
Ni la pizza ni la focaccia podían faltar en el ranking y además casi no necesitan ni presentación, pues es una de las imágenes más características de la gastronomía italiana. Sus opciones son tan amplias como la imaginación de los maestros pizzeros, carnes, verduras, frutas, pescado, marisco, embutido encajan a la perfección sobre la masa. La pizza data de la Antigua Roma, pues ya entonces se elaboraba con pan y se partía en porciones. Poco a poco cambiaron a la masa de harina y le añadieron tomate y queso.
La focaccia, prima hermana de la pizza es algo más esponjosa y se caracteriza por no llevar tomate. Se suele servir con servirla con aceite de oliva, sal y algunas hierbas aromáticas. En muchos países se utiliza a menudo como pan para hacer sándwiches y bocadillos.
Otras de las señas de identidad de esta gastronomía. No obstante, aunque cada región la prepara de manera diferente todas ellas cuentan con la pasta cortada en láminas, que se rellenan de bechamel y carne, pescado o verdura. Fundamental el queso gratinado que la suele cubrir y que le da un toque muy jugoso.
El risotto es otro de los “must” en toda carta de restaurante italiano. La primera receta que se conoce data de finales del siglo XIX. En la actualidad hay multitud de variantes que admiten una buena variedad de ingredientes, como pueden ser espinacas, calabacín, mariscos, espárragos, boletus, calabaza… el risotto clásico lleva arroz y queso parmesano.
En la cocina italiana también hay lugar para las sopas, la minestrone es claramente la reina. Se trata de una sopa de verduras con pasta y en algunas ocasiones con jamón, pollo o trozos de carne. Se elabora con verduras y hortalizas de temporada: zanahorias, cebollas, judías, apio, tomates… y presenta diferentes variedades en cada región de Italia. Además, como toque final se sirve con un poco de queso parmesano espolvoreado por encima.
Esta clásica salsa es perfecta para acompañar con pasta. Lejos de los que muchos pensamos, la salsa carbonara no se elabora con nada. Procede de la región de Lacio y tiene solo cuatro ingredientes. La perfecta combinación huevo, bacon o guanciale, queso y pimienta negra logra esta mítica salsa.
El ossobuco es uno de los platos más tradicionales de Milán, se trata de un estofado de jarrete de ternera no deshuesado, con una guarnición de zanahorias, cebollas, vino blanco y salsa de tomate. También es posible servirlo acompañado de un risotto a la milanesa o una polenta.
Fresca y deliciosa, se ha convertido en todo un indispensables en las mesas de verano. Una receta con poco misterio, pero mucho sabor, se compone de tomate, queso mozzarella en rodajas y hojas de albahaca. Se aliña con aceite de oliva virgen extra y sal. Una combinación de sabores y colores perfecta para cualquier momento.
Un clásico en el norte de Italia. Un plato muy sabroso, hecho con unas finas láminas de carne o pescado crudo, maceradas con zumo de limón y aceite de oliva. Puede aderezarse también con queso parmesano, alcaparras y mostaza en grano. ¡Un plato único para las jornadas más calurosas!
La base de este tradicional plato es un fideo en forma de tubo, una de las pastas italianas más conocidas y consumidas en todo el mundo. Su elaboración clásica es con con agua, harina de trigo y, en ocasiones, también huevos. Los macarrones se acompañan por diferentes tipos de salsas como la salsa boloñesa, salsa Alfredo, o puttanesca.
Proviene de la región de Piamonte y suele ser típica, sobre todo, como entrante. Su eterno secreto radica en la combinación armónica de dos sabores tan contrastados como los de la ternera y el atún, pues es un plato que se elabora con carne de ternera cortada en lonchas muy finas y acompañada por una salsa hecha con huevo batido, atún y crema de leche.
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