Hoy en día es una práctica habitual aquello de cascar huevos directamente en la encimera o en el mismo recipiente en el que serán batidos o cocinados (por ejemplo el borde una sartén o una olla). Sin embargo este tipo de acciones plantea ciertas preocupaciones a tener en cuenta en lo referente a seguridad alimentaria. Este gesto, transmitido de generación en generación, puede parecer inocuo en un primer momento, pero lo cierto es que encierra riesgos de contaminación que es importante tener en cuenta si queremos garantizar la inocuidad de los alimentos que preparamos y consumimos.
La preocupación principal gira en torno a la contaminación por bacterias, especialmente la salmonella. La cáscara del huevo, incluso cuando parece limpia y sin grietas a primera vista, puede estar contaminada con estas bacterias, que son capaces de causar enfermedades transmitidas por alimentos, conocidas comúnmente como intoxicaciones alimentarias. La salmonelosis, una enfermedad causada por la salmonella, puede manifestarse con síntomas que van desde fiebre y dolor abdominal hasta diarrea y náuseas, siendo particularmente peligrosa para grupos de alto riesgo como niños pequeños, ancianos y personas con sistemas inmunológicos comprometidos. Otras bacteria que son relativamente frecuentes en este tipo de situaciones son:
Para minimizar el riesgo de contaminación, los expertos sugieren romper los huevos en un recipiente aparte y luego transferirlos al recipiente donde serán utilizados, evitando así el contacto directo de la cáscara con los alimentos, o con elementos que vayan a estar en contacto con el resto de ingredientes de la receta que estemos preparando. Esta técnica no solo previene la contaminación cruzada sino que también reduce las probabilidades de que fragmentos de cáscara caigan en la mezcla. Otra alternativa sería usar instrumentos específicos para cascar huevos, que están a la venta por un precio reducido en distintos comercios.
Distintos organismos, por otra parte, destacan la importancia de un manejo seguro de este alimento desde su compra hasta el momento de consumo. Las recomendaciones incluyen comprar huevos que hayan sido almacenados en refrigeración, conservarlos en nuestra nevera en su caja original, cocinarlos hasta que la yema y la clara estén firmes, y consumir los platos preparados con huevos inmediatamente o refrigerarlos lo antes posible. Además, en recetas que requieran huevos crudos o poco cocidos, se aconseja optar por huevos pasteurizados o tratados para eliminar cualquier riesgo asociado con la Salmonella.
Fomentar la educación sobre prácticas seguras en la manipulación de huevos es esencial para prevenir brotes de enfermedades transmitidas por alimentos. Es crucial ser conscientes de los riesgos asociados y, con ello, adoptar hábitos que nos permitan manejar estos alimentos con la seguridad y calidad necesaria para todo lo que preparamos en la cocina para luego consumirlo.
De esta forma, adoptar prácticas de manipulación segura de los huevos crudos no solo es una cuestión de seguir recomendaciones por precaución, sino una serie de medidas necesaria para proteger nuestra salud y la de quienes nos rodean. La concienciación sobre los riesgos de contaminación y la adopción de técnicas correctas de preparación son esenciales en la cocina, un lugar donde la seguridad debe ser siempre la prioridad.