La gastronomía es sin duda alguna seña de identidad de una ciudad. Recetas, sabores típicos, tradiciones, productos locales, mercados… son una de las mejores maneras de conocer un destino. La gastronomía forma parte del turismo, además una parte muy importante, pues a través de ella se vive la tradición y la modernidad de un lugar. Todo destino que se preste tiene una riqueza gastronómica sin igual, pues es sinónimo de historia, biodiversidad y riqueza.
Muchos son los viajeros que tienen en cuenta la gastronomía a la hora de elegir el próximo destino vacacional, pues la cocina ocupa un lugar especial. Picante, especiada, única, mestizaje de culturas, con productos de proximidad, las cocinas del mundo se deben de degustar al máximo.
La Revista National Geographic llevó a cabo el año pasado la primera edición de los Premios de los Lectores 2023 de Viajes National Geographic. Entre sus 10 categorías, los miles de lectores y seguidores de la revista podían elegir entre otras cosas, el `Mejor Destino Gastronómico Nacional´, y Burgos se llevó el primer puesto en una categoría en la que se enfrentaba a destino como Denia, Las Palmas de Gran Canaria, Sigüenza y Tolosa. Este reconocimiento, según fuentes del Ayuntamiento de Burgos, supone “una confirmación al trabajo realizado en los últimos años por Promueve Burgos para posicionar y afianzar a la ciudad como un destino gastronómico referente a nivel nacional e internacional”.
Este hecho refuerza el objetivo de la ciudad, que además cuenta con una década de trayectoria dedicada a la mejora de su oferta gastronómica, llegando a consolidarse como una de las 'Ciudades Creativas UNESCO' en 2015. La ciudad castellana y leonesa se coloca como uno de los destinos gastronómicos y turísticos favoritos por la sociedad, todo gracias a una oferta gastronómica inigualable que combina a la perfección tradición e innovación con el producto local. Es una ciudad que lleva años reivindicando sus sabores locales en congresos, eventos y jornadas en las que jóvenes chefs despuntan con fuerza.
La morcilla de arroz, el cordero lechal, la olla podrida o la sopa burgalesa son solo algunos de los platos locales que están llenos de sabor. Compuestos por carne y productos de la huerta la mayoría de ellos son contundentes y sugieren una buena siesta después de disfrutarlos. El plato burgalés por excelencia es la morcilla de arroz, hecha a base de sangre de cerdo, a la que se le añade cebolla, un 35%, para ser exactos, manteca de cerdo y especias que pueden variar entre la pimienta, el pimentón, la sal y el orégano, según dónde se prepare este plato estrella.
Otras de las comidas típicas, que a muchos puede echar para atrás por su nombre es la olla podrida. Un plato de cuchara en el que la protagonista es la alubia roja, pero no cualquiera, sino la procedente de la localidad de Ibeas de Juarros, que acompañada de un conglomerado de carnes, chorizo, panceta, oreja y morro de cerdo, hace las delicias de quien lo prueba.
Una de las tapas más conocidas de la localidad son los “cojonudos” una rebanada de pan sobre la que colocan una rodaja de chorizo picante, un huevo de codorniz y un pimiento picante.
Las sopas no se quedan atrás, destaca la sopa burgalesa, en la que se mezcla mar y montaña, pues se cocina cordero con carne de cangrejo de río, todo ello rehogado con cebolla, perejil y su variante francesa, el perifollo. La sopa castellana también es otro de los clásicos en las cartas de los restaurantes.
Los asados son otro de los fuertes de la gastronomía burgalesa, lechazo, cochinillo y cabrito pasan horas en los hornos de leña para deleitar a los comensales más sibaritas. El cordero lechal, debe llevar el distintivo de Indicación Geográfica Protegida, que especifica han sido criados en el norte de Burgos, donde se alimentan de pasto de calidad.
Yemas de Burgos, yemas de canónigos, una delicia dulce muy parecida a las conocidas yemas de Santa Teresa, el postre del abuelo, la leche frita, y las perrunillas, son solo algunos de los postres que ponen la guinda del pastel a una gastronomía única.