Si estás pensando en hacer una escapada a la naturaleza, tenemos el plan perfecto para esta época del año: una ruta de cascadas. Tras las lluvias del invierno, los saltos de agua están más espectaculares que nunca, y probablemente dejarán de estarlo a medida que pasen las semanas, ya que no se prevén grandes chaparrones para la primavera. Estas son las mejores de España.
El comienzo de la primavera es el momento perfecto para una escapada a la naturaleza. Los árboles han florecido, los animales e insectos están más activos y se dejan ver más, y los ríos y cascadas rebosan agua tras las lluvias del invierno y el deshielo de la nieve caída.
Si hay una comunidad que destaca por sus rutas salpicadas de ríos, regatos, torrentes y manantiales es Galicia. Las cascadas, que los gallegos llaman fervenzas, son una de las joyas que nos encontraremos a medio camino si nos gusta el senderismo.
Una de las preferidas es la Ola do Cenza y Poza Moura, en Vilariño de Conso (Ourense), de los saltos de agua más altos de la Galicia. Podrás acceder a diferentes miradores a través de pasarelas y escaleras de madera para admirar esta espectacular cascada.
Esta cascada se encuentra en una ruta perfecta para hacer en familia junto al río Iñarbegi, a los pies del monte Autza. En los últimos años, esta cascada ha convertido al pueblo de Erratzu en uno de los rincones más visitados de todo Navarra.
Disfrutarás del pueblo de Erratzu para después acceder a un puente, todo perfectamente indicado para que nadie se pierda, y atravesarás un bosque atlántico que te enamorará. Tras una caminata agradable escucharás el agua cayendo y darás al fin con la hermosa cascada de Xorroxin, en espectáculo de la naturaleza.
En las entrañas de la ladera del valle excavado por el río Negro que se encuentra en Murias encontrarás como metida en una hornacina la cascada de Xurbeo, un rincón idílico de Asturias. A lo largo de la ruta hasta llegar a ella te acompañarán castaños y robles, así como multitud de especies de aves.
Se trata de una ruta sencilla y segura. Podrás aparcar en un parking que verás fácilmente en Murias y, desde ahí, seguir las indicaciones de los carteles de madera que te llevarán hasta un puente que cruza el río Negro, así como la enorme cascada.
Las cascadas y fuentes que forman el nacimiento del Río Llobregat son fácilmente accesibles para personas de todas las edades, lo cual ha hecho que se convierta en un enclave cada vez más visitado de la provincia de Barcelona.
Podrás acceder desde dos puntos. Desde el merendero, que nos llevará hasta la cascada en apenas 20 minutos sin apenas pendiente, aunque el camino es de subida. En segundo lugar, podrás llegar al salto de agua desde el pueblo de Castellar de N’hug, donde el camino que encontrarás será en bajada.
En San Agustín del Guadalix, en la cuenca media del Jarama, podemos encontrar bosques de ribera, pequeños y grandes saltos de agua y vías pecuarias. Destaca la Cascada del Hervidero, que se evidencia al final de unas escaleras estrechas de piedra por el ruido ensordecedor del agua cayendo con fuerza. Aunque hay que tener cuidado: no hay barandillas ni estructura alguna para agarrarse y las piedras pueden ser resbaladizas.
El nacimiento del río Cuervo y sus bellísimos saltos de agua, en la Serranía de Cuenca, son uno de los mejores lugares para visitar en el comienzo de la primavera.
Puedes llegar a la cascada a través del Sendero de la Turbera, que no es demasiado largo; el sendero del nacimiento del río Cuervo, o el sendero del pinar, que no es el más sencillo pero sí el más recomendable, puesto que nos lleva a través de bosques espectaculares.
Te saludarán a lo largo del camino animales como la ardilla roja o el gato montés.
Extremadura también cuenta con rincones espectaculares que no debemos perdernos en esta época del año. El Chorro de Meancera es un salto de agua de unos 100 metros de altura que se encuentra cerca de El Gasco, una pequeña alquería de la comarca de Las Hurdes.
Para llegar a la cascada encontrarás un camino sencillo y fácilmente accesible, de unos 4 kilómetros (ida y vuelta), que transcurre entre rocas y cantos, con pasajes bien marcados y delimitados con barandillas que nos llevan por la garganta del río Malvellido.