Tomar la decisión de adoptar a una mascota es un asunto muy serio. No sólo deben estar de acuerdo todos los miembros de la familia, sino que también deben comprometerse con el bienestar, la higiene, la salud y el cariño que todo animal doméstico necesita. Una vez dispuestos a emprender esta aventura y, según los vergonzosos datos de abandono de perros y gatos que se registran en España cada año, la adopción o acogida se considera siempre como la mejor de las opciones. Pero, ¿qué animal adoptar? Es la rigurosa pregunta que debe hacerse cada nuevo propietario.
Sonia Ramos lo tenía muy claro desde el principio: su familia ayudaría a un perro que verdaderamente necesitara el calor de un hogar estable. Por eso tuvieron la valentía de acoger a una perra que había sido brutalmente maltratada y cuyas necesidades emocionales iban a ser muy distintas a las de un animal psicológicamente sano. Se trata de Calixta, una de las galgas que cayeron en manos del denominado 'Vampiro de Humanes', el falso veterinario que desangraba hasta la muerte a los canes para enriquecerse en el negocio de la transfusión.
"Yo soy voluntaria de la asociación ALBA y ya había visto a la perra allí. Sabía que había más de 46 solicitudes para adoptar a dos cokers que habían llegado al albergue, porque al ser cachorros de raza, todo el mundo los quería. Sin embargo, perros (y gatos) como Calixta son invisibles. Y, aunque allí la tuvieran en buenas condiciones, un animal que sufrió tanto como ella, se estresa en los cheniles o, simplemente, con los ladridos de los demás perros. Necesitaba una casa donde sentirse segura y mejorar", ha dicho, sobre la reflexión que hizo a la hora de acogerla.
Cuando se la llevó, esta galga tenía indefensión aprendida. "Es lo mismo que dejarse morir. Le daba igual salir del chenil que no salir, comer que no comer. No olfateaba, había perdido todos los instintos animales. ¿Quién se iba a fijar en una perra así? Fue entonces cuando me planteé la acogida, para probar si ella se sentía mejor con nosotros o no. La acogida es una opción que no se valora suficientemente y yo animo a todo el mundo a que la considere. Es muy efectiva porque, mientras tú le das amor el perro, la asociación cubre todos los gastos que requiera. Nuestra galga venía hasta con un dispositivo rastreador para no perderla, pagado por ALBA".
Ya dentro de la vivienda, tanto Sonia, como su marido y sus dos hijas, Claudia y Noa, tuvieron que llevar acabo una serie de pautas de adaptación que les había dado la asociación. La primera es la de "no humanizar al animal", ni creer que sus emociones son similares a las nuestras, pues los perros llevan sus propios procesos y deben ser respetados.
"No debíamos tratarla como a una 'pobrecita' porque eso no le iba a ayudar. Respetamos mucho su espacio y cumplimos medidas como la de no levantar la mano ni hacer cosas violentas para que no se asustara aún más de lo que estaba. También aprendimos sobre lenguaje canino, para entender que cuando se relamía mucho es que no estaba cómoda. No la invadimos, ni le dábamos caricias exageradamente. Lo importante para rehabilitar a un perro maltratado es estar bien informado", apunta, según su experiencia.
Fue gracias a la "comida casera" y al reparto de "ricos premios" como comenzaron a ganarse su confianza. La perra se dio cuenta de que podía confiar en sus nuevos dueños, con los que se ha quedado de forma permanente. El hecho de que ya tuvieran otro perro, ha sido "fundamental" en el cambio conductual de la galga, pues los animales - y los humanos - funcionan mucho por imitación. Con "paciencia y amor", entre todos han conseguido que Calixta vuelva a jugar, salir a la calle, a dormir a pierna suelta y experimentar la felicidad que un día le robaron.
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