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Madrid es el epicentro de un movimiento que busca cambiar una tendencia, que la Universidad pública sea un reducto, frente a la privada.
Es lo que denuncian desde la Universidad madrileña alumnos y profesores, que han comenzado una lucha, junto al resto de la comunidad educativa, para revertir esta situación.
La Comunidad de Madrid es el ejemplo, tiene 17 universidades privadas, más del doble que de públicas, que se extiende.
La última universidad pública se abrió en el siglo pasado, suman 50, frente a 46 privadas y diez más en trámite. Aunque la pelea no es fácil, delante tienen un déficit, todas las madrileñas lo sufren, de 200 millones de euros, tras afrontar (desde 2009) un recorte del 30%.
Los profesores explican que así no pueden seguir, porque es una asfixia financiera que impide el desarrollo normal en la universidad. Las bibliotecas no pueden comprar más libros, las infraestructuras están deterioradas, los profesores asumen ratios imposibles con horarios que les sobrepasan y se están reduciendo grados y asignaturas de carreras de Humanidades.
De manera, denuncian los estudiantes, que es lo utilitario, lo que pide el mercado, lo que marca lo que se estudia, lo que se aprende, lo que se desarrolla en la universidad, en lugar de primar el conocimiento.
Lo que, denuncian, es un ataque directo al desarrollo personal y al pensamiento crítico de los alumnos, de la sociedad. Por eso, han decidido poner pie en pared, lo tienen claro: "O calidad educativa, o huelga general".
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