La banda que fue desarticulada en Madrid por la Policía Nacional recientemente empleó tres noches para realizar otros tres butrones en varias naves industriales con el objetivo de robar zapatillas exclusivas que estaban valoradas en 600.000 euros. Los robos se produjeron en empresas de Madrid, Valencia y Segovia, cuyos autores son las ocho personas arrestadas en la operación Claucas-Canella, todos viejos conocidos de la delincuencia madrileña.
Cuatro de ellos ya se encuentran en prisión provisional mientras que el quinto ha regresado a la cárcel ya que cometió los robos mientras se encontraba de permiso. Los hechos ocurrieron en Semana Santa en una nave industrial de la localidad madrileña de Humanes y los cacos necesitaron tres noches de trabajo para llevarlo a cabo. El mismo viernes abrieron un agujero en el techo de una de las naves y se descolgaron con la ayuda de unos arneses hasta su interior. Este método es conocido como el rififí. Eligieron este almacén, no con el objetivo de realizar un gran hurto sino, como punto de inicio para no llamar la atención.
Para los demás robos, utilizaron uniformes de operarios de limpieza del Ayuntamiento para poder entrar a las naves sin que nadie sospechase nada. El domingo lograron sustraer una cantidad indeterminada de zapatillas, siendo algunas de ellas muy exclusivas ya que tan solo existen dos o tres en el mercado español y tienen un precio que ronda los 1.500 euros cada uno.
Otro gran robo que cometieron fue en Valencia, en una nave industrial de Manises, donde se apropiaron de productos de alimentación. Garrafas de aceite y de artículos de cosmética valorados en más de 23.000 euros. En Rivas-Vaciamadrid, en un robo que llevaron a cabo el día de Nochebuena, los investigadores del Grupo XXI de Policía Judicial de Madrid, especializados en robos con fuerza, se dieron cuenta de que los sospechosos habían empleado coches previamente robados. Junto con la Unidad de Droga y Crimen Organizado (Udyco) pudieron por fin conocer a los autores y su manera de llevar a cabo todos los crímenes.
Su manera de actuar era robar un coche de gama media alta y falsificar la matrícula para, una vez habiendo cometido el crimen, deshacerse de él o incluso quemarlo para no levantar sospechas. Todos los productos que robaban se los llevaban a una finca propiedad de uno de los integrantes del grupo situada en Getafe. En ella, encontraron alguno de los efectos sustraídos, unas neveras cuyo interior contenía seis armas de fuego, abundante munición, la máquina troqueladora, placas vírgenes, inhibidores de frecuencia para desactivar alarmas y grupos de oxicorte para abrir cajas acorazadas.
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