El Juzgado de Instrucción Nº 51 de Madrid se inhibió la semana pasada en favor del Juzgado de Violencia sobre la Mujer Nº 9 de la capital para investigar la desaparición de Ana Knezevich, la mujer estadounidense de origen colombiano que desapareció el pasado 2 de febrero en el barrio de Salamanca después de que las cámaras de vigilancia de su edificio fueran pintadas con un spray negro por un hombre que llevaba casco de moto.
El hecho de que actúe ahora un Juzgado de Violencia sobre la Mujer, según ha podido saber Informativos Telecinco a través de fuentes cercanas el caso, pone de manifiesto, claramente, que se está investigando "un hecho criminal" -aunque no se haya determinado el tipo, si un secuestro, como se baraja- y que, lógicamente, "el principal sospechoso de su desaparición pasa a ser su pareja", David Knezevich.
Este medio ya destacó que el todavía marido de Ana mostró contradicciones en su relato y, además, con posterioridad, no se ha querido presentar de forma voluntaria a una prueba de polígrafo solicitada por el FBI.
Joaquín Amills, presidente de SOS Desaparecidos, ha comentado a Informativos Telecinco este lunes que se mantiene un hermetismo total en la investigación, lo que es "una buena señal", porque quiere decir que tanto el FBI como las autoridades españolas "están trabajando mucho y sin pausa". Pero 45 días después, nada se sabe sobre el paradero de la mujer, que se instaló en Madrid el pasado mes de diciembre, mientras afrontaba los trámites de divorcio con su marido tras 13 años de relación.
David Knezevich ha mantenido en todo momento que él estaba en Serbia el 2 de febrero, día de la desaparición, pero a Sanna Rameau, amiga de Ana, según explicó en este medio hace semanas, le dijo que se encontraba en Florida. Ken Padowitz, el abogado del marido de Ana, dijo que su cliente no va a España porque no tiene dónde quedarse y porque desconoce el idioma, pero hay dudas sobre si el hombre visitó nuestro país. En avión se ha comprobado que no, pero no se descarta que lo hiciera desde su país en coche, cruzando media Europa.
Amills destaca que es muy extraño que el marido de Ana decidiera comenzar a vender propiedades en Estados Unidos (la última a mediados de febrero en la zona de Fort Lauderdale, en Miami) después de que su esposa desapareciera. Y es que David Knezevich, que no llegó a un acuerdo con Ana para la venta de su negocio (de 15 millones de dólares) porque ella planteaba un 50-50% y él un 75-25%, habría propuesto a la mujer estadounidense volver con él cuando esta se afincó en Madrid. Una petición que ella desestimó y que ahora estaría en el centro de las pesquisas.
Las autoridades han descartado ya la desaparición voluntaria y plantean ahora el indagar en varios escenarios:
Los agentes quieren determinar si el marido de Ana llegó a nuestro país en un coche alquilado para no dejar ningún rastro. Otra vía que se puede presuponer es el envío de una persona por encargo, al disponer el hombre de un alto patrimonio económico.
El principal sospechoso es David Knezevich (quien tiene pensado regresar a Florida en el futuro), pero también se comprueba y se investiga si el atacante de la mujer pudo ser una persona de su reciente grupo de amistades en Madrid. No obstante, desde el círculo más cercano de Ana no dan mucho crédito a esta línea. Informativos Telecinco ha contactado con la Embajada de Estados Unidos en España y con el Consulado de Colombia en Madrid y no se han querido pronunciar sobre el caso.
Ana María Knezevich (apellido de casada) Henao, de 40 años, desapareció en un momento en el que comenzaba a rehacer su vida y organizaba planes de futuro. El mismo viernes, 2 de febrero, por la mañana, fue a ver un piso (porque el contrato de la vivienda en la que estaba desde diciembre en la calle Francisco Silvela acababa en marzo) y después pensaba quedarse en casa para descansar, tal y como manifestó a una amiga sobre las 22:00 horas.
Sin embargo, lo último que se sabe de Ana es que el sábado 3 de febrero llegaron dos mensajes de WhatsApp desde su móvil a dos amigas suyas que no parecían escritos por ella y que decían que se iba con un hombre que acababa de conocer, cuando nunca se había ido con extraños. Además, los mensajes presentaban contradicciones y su teléfono móvil se apagó desde entonces. Varias de sus amistades destacaron que, tiempo atrás, llegaron a pensar que su dispositivo y su correo electrónico podían estar hackeados.
La noche del viernes al sábado (del 2 al 3 de febrero), según los indicios, una persona con un casco de moto pintó con un spray negro las cámaras del bloque donde residía. Además, según una vecina, había luz en su casa sobre las 01:00 horas de la madrugada y la persiana estaba sin bajar, cuando siempre la bajaba. El domingo 4 de febrero se comprobó que la vivienda estaba vacía, la luz estaba ya apagada, y el lunes 5 de febrero se declaró la desaparición oficial, cuando Ana no acudió a un viaje programado a Barcelona con una amiga. Su entorno afirma que utilizaba una aplicación de citas, Bumble, pero que no estaba conociendo a nadie en particular en la actualidad. Ahora lamentan que, tras alertar de que podía estar secuestrada en reiteradas ocasiones, se haya tardado tanto en seguir esta línea. Todo apunta a que la raptaron sin que ningún vecino escuchara nada.
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