Sara tiene 19 años y el susto en el cuerpo. Es una de las heridas en el incendio que ha costado la vida a un niño de cinco años en Alcorcón (Madrid). La joven estaba en casa con su madre y unos instaladores de ventanas cuando el humo lo llenó todo. "Esa sensación de asfixia, de que poco a poco te va faltando aire y lo que vas respirando es gas", cuenta a NIUS.
Estaban en el sexto piso y decidieron bajar por la escalera. Un humo negro lo llenaba todo. "Querer salir y no poder, el no ver nada, no saber dónde ir", nos narra angustiada. Su madre y ella se perdieron. "No la localizaba, la llamaba y no me respondía".
Sara se refugió con otros vecinos dos pisos más abajo. "Me quede en un piso encerrada con dos ancianos, un padre y su bebé de 2 años, mi vecina de abajo con su pareja y los chicos que vinieron a medirme lo de las mamparas". Ahí comenzó su infierno.
El humo invadió todo. Cada uno se refugió como pudo. "No podía respirar y me metí con la vecina de abajo en un baño, porque era el único sitio donde podíamos cerrar la puerta", cuenta visiblemente emocionada. No había agua y se iluminaban con las linternas de los móviles.
El oxígeno comenzaba a faltar. Apenas habían pasado 15 o 20 minutos pero se hicieron eternos. "Nos miramos y dijimos: ya está, no hay nada más que hacer. Nos abrazamos fuerte. Llorando con las toallas en la boca, ella empezó a vomitar y a escupir negro", rememora aún impactada. "No se lo deseo a nadie".
Fue entonces cuando alguien dio la voz de alarma y gritó que fueran a la terraza. "No sé de dónde salió esa fuerza para no tirar la toalla e ir andando hasta allí". En la terraza pudieron respirar algo y también escuchar la voz de su madre, que gritaba su nombre una planta más arriba.
Ya en la terraza, los bomberos comenzaron a darles explicaciones de cómo debían ir bajando. "Nos dijeron que nos pusiésemos toallas y que aguantásemos. Bajamos todos en fila, uno detrás de otro por las escaleras". Así lograron salir. Vivos, pero aterrorizados. "Había sangre en las escaleras", narra aún impresionada.
Sara salió con la toalla en la boca y con poco oxígeno en los pulmones. Aturdida y nerviosa le colocaron una máscara de oxígeno durante varias horas. No ha podido dormir en toda la noche, pero se consuela: "No era nuestro momento, pero ha estado muy cerca".