El 'efecto rebaño' en el colegio de los gritos machistas: "Les faltó una cultura de valores para enfrentarse a la masa"
Los gritos machistas demuestran "una dinámica de grupo y una falta de valores", según sociólogos y psicólogos
Responsables de otros colegios mayores consideran que actos así son impensables en residencias mixtas que fomentan la convivencia y la diversidad
Para los expertos este tipo de actos demuestran un machismo incrustado en la sociedad que normaliza un trato vejatorio a la mujer
¿Qué lleva a decenas de estudiantes universitarios a jalear, animar y celebrar gritos de "putas, salid de vuestras madrigueras como conejas, sois unas putas ninfómanas, os prometo que vais a follar todas en la capea"? ¿Por qué se unen a unas consignas machistas y ofensivas? ¿Todos los participantes en el vídeo piensan así de sus compañeras de la residencia universitaria de enfrente, hacia quienes iban dirigidas las consignas? ¿Por qué ninguno detuvo a los demás y frenó la iniciativa?
Para María Jesús Rodríguez, psicóloga de la Unidad de Violencias Machistas del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, este tipo de actos son "una muestra de la sociedad patriarcal en la que vivimos y de un machismo que sigue existiendo. Las mujeres padecemos violencia sexual, y este vídeo demuestra que el machismo en los jóvenes pervive de manera activa". Aina López Yáñez, profesora de sociología de la Universidad Complutense, señala que el ser humano siente necesidad de integrarse en un grupo, pero que a la vez somos seres morales que sabemos lo que está bien y lo que está mal: "Por una parte somos seres imitativos, el grupo ejerce presión, y por otra tenemos individualidad. Lo que ocurre es que hay momentos en el que la presión de grupo es mayor. Esto suele suceder cuando el sujeto no sabe cómo actuar, se siente inseguro, cuando se tiene que adaptar… Es un impulso natural del género humano, pero no puede prevalecer sobre el impulso de hacer lo correcto".
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Es decir, que en su afán por encajar, por ser parte de algo, las decenas de universitarios que jalean los insultos a sus compañeras no han sido capaces de discernir lo erróneo de su conducta. En palabras de la socióloga "se ha producido presión del grupo, sin duda. Pero ninguno lo ha cortado porque no tenían el equipamiento cultural en valores adecuado. Nadie se ha percatado y ha pensado que ellas no van a interpretar esto como una broma". Pero, ¿por qué? ¿No lo consideran ofensivo y machista? ¿O no se atrevieron a enfrentarse a sus compañeros?
Falta de valores y de reciprocidad
Para López Yáñez "todavía muchas familias no educan en valores paritarios a los varones. Porque cuando tienes una educación en valores y te ves ante una situación estás preparado para reaccionar de manera más adecuada. La educación en valores pasa por explicar a los varones cómo experimentan este tipo de comportamientos las mujeres. Esos jóvenes no tenían el equipamiento cultural para responder a la presión del grupo".
María Jesús Rodríguez va más allá y considera que es parte del machismo intrínseco en muchos ambientes: "Ellos visualizan las relaciones con las mujeres y a las propias mujeres desde ese punto de vista: el objeto, la inferioridad. Como sociedad es muy grave que entendamos la masculinidad así, una masculinidad que coloca a la mujer como un ente que merece adjetivos tan duros, menosprecios".
"Además, cuando alguien hace algo en grupo, se diluye la responsabilidad", añade la socióloga. Es decir, que muchos de los participantes pueden excusarse sintiendo que si muchos hacen algo, no será tan malo.
"Impensable en colegios mixtos"
El Colegio Mayor Elías Ahúja es exclusivo para varones, y las mujeres a las que dirigen sus gritos los universitarios del vídeo son las residentes en el Santa Mónica, solo femenino. Ambos centros se definen como religiosos. Para la socióloga de la Universidad Complutense el hecho de que se hayan producido estos gritos no es sorprendente: "Este tipo de camaradería y aislamiento de las mujeres favorece que no haya antídotos en el entorno contra la exaltación de la virilidad. Está todavía en el mundo del deporte, los medios, la sociedad. No hay convivencia con una mujer para que les haga ver que no perciben la realidad como ellos".
Coincide en el diagnóstico Daniel Terrón Santos, jefe del Servicio de Colegios Mayores y Residencias Universitarias de la Universidad de Salamanca (USAL), que cree que es impensable que esto ocurra en un centro mixto. "En todo caso podría haber alguna conducta aislada individual, pero no ese efecto manada. Nuestra experiencia es que la socialización entre los colegiales es respetuosa y sana en un colegio mixto", afirma. Hace ya muchos años que las residencias universitarias adscritas a la USAL son mixtas.
Para Terrón luchar contra las dinámicas de grupo, o de masas, en los colegios mayores, debe ser un trabajo continuado de la dirección de los centros "con la integración en los equipos de dirección personas de distinta ideología y sensibilidades sociales. Esa es la manera de romper comportamientos manada. Las novatadas son un ejemplo: son comportamientos desagradables y humillantes que se han ido eliminando gracias al trabajo de los equipos de dirección, de educación, sensibilización. Por ejemplo, nosotros lo sustituimos por actos de bienvenida amables a los nuevos colegiales".
Esther Gonzalo Gómez, psicóloga y sexóloga de Desconecta Madrid, un centro especializado en adolescentes, valora que "ser personas con estudios universitarios no exime de tener ideales lgtbifóbicos, racistas, machistas, etc. Para mí, en efecto, el problema de base (o uno de ellos) es sin duda una educación deficiente, con carencias en la tolerancias, el respeto y convivencia con las diversidades".