Todo lo que ha podido comprar un español con el Gordo de Navidad desde 1814

El Sorteo Extraordinario de Navidad, conocido popularmente como "El Gordo", es una tradición arraigada en nuestra cultura desde su primera edición, en el ya lejano año 1812. A lo largo de más de dos siglos, el valor del premio ha experimentado una serie de lógicas variaciones, no solo en términos nominales, sino también en lo referente a al poder adquisitivo real que otorga. Repasamos cómo ha evolucionado la capacidad de compra del premio mayor de la Lotería de Navidad desde 1814 hasta la actualidad, teniendo en cuenta aspectos tan relevantes como la inflación, el precio de los bienes básicos y las cargas impositivas asociadas a estos premios.

El Gordo en el siglo XIX: una fortuna importante

En 1814, apenas dos años después del primer sorteo, el premio Gordo ascendía a 8.000 pesos fuertes, equivalentes a 64.000 reales. Para hacernos una idea, un campesino ganaba al día por su trabajo alrededor de 5 reales, y una vivienda de 150 metros en Madrid costaba 27.000 reales. Por tanto, en aquella época, esta suma representaba una fortuna considerable. El premio permitía no solo hacerse con una residencia, sino también invertir en otras propiedades y bienes de lujo, lo que da fe de un poder adquisitivo elevado. En esta línea de premios espléndidos y al alza se mantuvo este sorteo, hasta el punto de que en 1850 el premio era de 300.000 reales.

Sin embargo, hay que resaltar que durante la segunda parte del Siglo XIX la corona vivió ciertos problemas económicos, hasta el punto de que llegó a haber ganadores del Gordo que no habían cobrado su premio un año después de haberse realizado el sorteo.

Transición al siglo XX: ajustes y cambios monetarios

Con el paso de las décadas, el valor nominal del Gordo fue aumentando. Sin embargo, factores como la inflación y las fluctuaciones económicas jugaron en contra del valor real del premio, erosionando su poder adquisitivo real. A principios de siglo el décimo costaba 100 pesetas, y el premio era de seis millones por billetes (600.000 pesetas al décimo), que era equivalente al salario de 500 hombres durante todo un año. Uno de los lujos que esta cantidad permitía adquirir eran los coches, que costaban desde 24.000 pesetas… Aunque con medio millón de pesetas se podía comprar la empresa de automoción Hispano Suiza, y así nos dejamos de tonterías. 

Durante los años cercanos a la Primera Guerra Mundial se aumentó el premio hasta el 1.2 millones por décimo, con un sueldo medio de 2.300 pesetas al año. La inflación hizo que el poder adquisitivo del premio se mantuviera firme. La subida del Gordo no paró, y para la Guerra Civil ya se situaba en tres y cuatro millones de pesetas. Cabe reseñar que estos años hubo dos sorteos, uno por bando del conflicto.

A mediados del siglo XX, aunque el premio seguía siendo sustancial, ya no permitía adquirir tantas propiedades como en el siglo anterior. Por ejemplo, un flamante y nuevo Seat 600 costaba 65.000 pesetas, y el premio era por aquel entonces de 7.500.000 de pesetas - el equivalente de 124 hombres durante un año -. Los pisos en Madrid de la época se situaban entre las 350.000 y las 100.000 pesetas, por lo que el premio seguía siendo cuantioso.

En 1978 el precio del décimo subió a las 2.000 pesetas y el premio comenzó a ser de 200 millones, con una relación con los sueldos inferior al de 100 trabajadores durante un año. Una nueva pérdida de valor.

La llegada del euro y hasta la actualidad

Con la adopción del euro en 2002, el premio Gordo se estableció en 400.000 euros por décimo. Aunque esta cifra es considerable, el aumento del coste de la vida y los precios del mercado inmobiliario afectaron a su valor. En la actualidad, con 400.000 euros, es posible adquirir una o dos viviendas de tamaño medio en ciudades pequeñas o medianas, pero en grandes urbes como Madrid o Barcelona, esta cantidad podría no ser suficiente para una sola propiedad en zonas céntricas. Además, la capacidad para adquirir vehículos también ha disminuido en comparación con épocas anteriores.

La inflación ha jugado un papel crucial en la disminución del poder adquisitivo del Gordo. Desde 2011, el premio ha perdido casi una cuarta parte de su valor real debido al incremento general de los precios. Esto significa que, aunque el monto nominal se ha mantenido, la cantidad de bienes y servicios que se pueden adquirir con él ha disminuido. 

Además, la introducción de impuestos sobre los premios de lotería ha reducido la cantidad neta que recibe el ganador. Desde 2013, los premios superiores a 40.000 euros están sujetos a una retención del 20%. Por lo tanto, de los 400.000 euros del Gordo, se deducen 72.000 euros en impuestos, dejando un total neto de 328.000 euros para el ganador.