El sorteo de Lotería de Navidad lleva la suerte a los hogares. Cada vez es más habitual que los premios estén más repartidos, lo que hace que la felicidad se extienda por más lugares y que, de este modo, se multiplique.
Todo el mundo quiere ser el afortunado que compró el décimo ganador, el que pueda respirar aliviado porque le ha tocado el Gordo y ahora puede hacer todo aquello que llevaba tiempo posponiendo. Puede caer íntegramente en un lugar, puede estar repartido por varios lugares de España… o también puede suceder que no le toque a nadie.
Esta es una opción válida, que el número ganador no haya sido comprado por nadie. De hecho, es una opción tan real que ya ha sucedido. En sus más de doscientos años de historia, el sorteo de la lotería de Navidad ha visto casi todo, también pudo conocer de primera mano qué es lo que sucede cuando el Gordo se ha quedado sin vender.
Así pasó en el año 1931, cuando el sorteo todavía se celebraba en la Casa de la Moneda. Fue, además, un Gordo que tardó en salir, tal y como recogió ABC en su crónica, haciendo su aparición casi al final del todo, por lo que la decepción de todos los presentes fue mayúscula, tanto esperar para que al final el ganador no fuera nadie.
Esto no es correcto del todo, porque sí que hubo un ganador: Hacienda, el premio va directo a las arcas públicas.
Los niños de San Ildefonso cantaron con ilusión que el ganador era el número 24.717, que era el ganador del premio máximo, que en aquel momento era de 15 millones de pesetas (unos 90.000 euros aproximadamente), y todos los presentes esperaron con emoción a saber dónde se había quedado el premio, hasta que escucharon “¡Oído a la caja! El 24.717, ¡a la reserva!”.
El número no se había vendido y las dos series de este, que sumaban 30 millones de pesetas, pasaron a las arcas públicas. Según recoge la citada crónica de la época, el Estado ese año había presupuestado 435 millones de pesetas, pero solo recaudó 409 millones con la venta de boletos, por lo que ‘técnicamente’, jugaba en la lotería más de 25 millones de pesetas.
Esta no es la única manera en la que Hacienda gana con el sorteo de lotería de Navidad, también será quien se quede con el dinero de los décimos premiados que nadie cobra. Existe un plazo de tres meses para reclamar lo ganado y, pasado ese tiempo, el dinero pasará a las arcas del Estado (salvo que sea un décimo en disputa o uno perdido y devuelto a las autoridades, que pasados dos años sin reclamar, podrá ser cobrado por quien lo encontró).
También los grandes premios tienen que pagar su parte a Hacienda, los premios que superen los 40.000 euros tendrán que pagar un 20% a partir de esa cantidad (los primeros 40.000 están exentos).