Ganar la Lotería de Navidad es una cuestión de suerte, pero cada cual emplea las técnicas que puede para que esa fortuna sea mayor o por lo menos más favorable. El 22 de diciembre se celebra el sorteo, sin trampa ni cartón y delante de los ojos de todo el mundo, por lo que todo lo que pueda estar a nuestro favor es bien recibidos.
Algunas personas confían en que tienen el número ganador y por eso lo juegan año tras año. Otros seleccionan aquel que tiene un significado especial para ellos, porque creen que así sus posibilidades serán mayores. También hay quienes confían en el buen hacer de los santos, como los que se encomiendan a San Pancracio.
La historia recoge que Pancracio era hijo de unos nobles paganos y ricos. Huérfano de madre desde su nacimiento, pues esta murió en el parto, y de padre desde los siete años, se fue a vivir con su tío, con quien se mudó a Roma a los 10 años. Ambos se convertirían al cristianismo y comenzarían a donar sus posesiones a los desfavorecidos tras conocer la fe.
Con solo 14 años, Pancracio fue denunciado al emperador Diocleciano, quien había decretado una cruenta persecución (la última del imperio romano) contra el cristianismo. Fue condenado a muerte tras no ceder ante la insistencia de que renunciara a su Dios y decapitado por ello. Una mujer, de nombre Octavila, recogió su cuerpo y lo enterró en el cementerio, donde luego se edificaría su basílica.
El 12 de mayo se celebra San Pancracio, por lo que parece haber relación con la lotería de Navidad, sin embargo, nada más lejos de la realidad. Se le considera un santo sanador, pero con el paso del tiempo también se le ha considerado el santo de los afligidos por la pobreza, abogado de la salud y del trabajo y también de la fortuna.
Esto ha derivado con el tiempo a que también se le considere santo de la suerte y los juegos de azar. Se le suele representar con rasgos dulces y aniñados, con una túnica romana o con el traje militar, con un libro y una palma de mártir en una mano y la otra levantada. Cuando la peseta estaba en vigor, no era raro que en su mano alzada se colocara una moneda de 25 pesetas, que tenía un agujero en medio.
Esta relación entre San Pancracio y los juegos de azar se ha ido formando con el tiempo, pues, como decimos, tradicionalmente su figura solo se asociaba con la salud y la curación de enfermedades. No es raro que en las administraciones de lotería se coloque una representación de este Santo, que no se puede comprar, tiene que ser un regalo. Hay que poner dinero cerca (de ahí la moneda en su mano) y una rama de perejil, que también se asocia con la prosperidad y la buena suerte.
Su fuerte vínculo con la Lotería de Navidad se vio reforzado en 1982, cuando la única serie del Gordo de la lotería se vendió en la calle San Sebastián de Madrid y los propietarios mostraron su figurita de San Pancracio, asegurando que la suerte era cosa suya.