El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha sido muy duro esta mañana en su discurso al Parlamento de Italia, donde ha recordado que hace una semana, en un encuentro con parlamentarios, les hablaba de los 79 niños muertos en la guerra en su país. "Ahora son 117. Éste es el precio de la procastinación con Rusia para parar esta guerra", ha advertido, y ha subrayado: "117 no es el número final porque cada día de guerra se perderán más vidas". "Necesitamos más sanciones, más presiones", ha pedido.
Con el asedio salvaje a Mariupol en el punto de mira, Zelenski ha apelado a los italianos a pensar en Génova, que tiene una población similar. "Y aquí no queda nada, sólo ruinas", ha descrito, "cadáveres en fosas comunes: esto está sucediendo en 2022". "Imaginen Génova completamente arrasada tras tres semanas de bombardeos que paran ni un minuto", ha invitado a los parlamentarios.
Zelenski ha recordado igualmente cómo Kiev ayudó a Roma durante la pandemia: "Os enviamos a nuestros médicos porque los necesitabais". "Estamos al límite de la supervivencia", ha rogado, "y ustedes podéis ayudarnos seguro. Ayuden de corazón a los ucranianos y se lo agradeceremos siempre".
"La guerra creada desde hace decenios por una persona que ha ganado tantísimo dinero con la exportación de petróleo y gas y pagando con él su guerra", ha afirmado Zelenski, "no termina en Ucrania. Ucrania es la puerta hacia Europa y la barbarie no debe entrar".
Con estas frases Zelensi vuelve a golpear en el corazón de Europa después de haber recordado el holocausto a los alemanes y el 11S a los americanos, en un recorrido por el mundo que ha puesto a la opinión pública de su parte. Es la guerra mediática, la que tiene ganada Zelenski. Otra cosa es la real, con Rusia golpeando sin piedad a un país que resiste pero que poco a poco empieza a ceder a algunas peticiones rusas.