Gran parte de la población en Rusia asiste atónita a la invasión de Ucrania y se muestra contraria a este despliegue militar en el país vecino. Unas mil personas han resultado detenidas en las protestas que desde ayer ha provocado la declaración de guerra.
Pero el reproche de sus propios ciudadanos no es suficiente para Vladimir Putin, que sigue decidido a culminar la operación y anima al ejército ucraniano a desertar. Después de reunirse con su Consejo de Seguridad, con mirada desafiante, el mandatario ruso se ha dirigido así al Ejército ucraniano: "No permitáis que los neonazis utilicen a vuestros hijos, a vuestras mujeres y a los ancianos como escudos humanos".
Asimismo, Putin ha animado a los ucranianos a dar un golpe de estado para derrocar al gobierno de Zelenski: "¡Tomad el poder con vuestras propias manos! Será más fácil para nosotros llegar a un acuerdo que con esa pandilla de drogadictos y neonazis, que se han sentado en Kiev y tienen secuestrado al pueblo ucraniano". Moscú dice que está dispuesto a sentarse a negociar con Ucrania, incluso, a enviar una delegación a Minsk, en Bielorrusia, pero que estas conversaciones no supondrían el fin de la ofensiva militar.
En esta jornada, Vladimir Putin ha hablado por teléfono con el presidente chino Xi Jinping, en un intento de Pekín de mediar en el conflicto y, a la vez, convertirse en el salvavidas de la economía rusa, ante las sanciones de Europa y Estados Unidos. Mientras, el Kremlin sigue apuntando a otros países y lanza una seria advertencia a Suecia y Finlandia: si entran en la OTAN, también sufrirán consecuencias políticas y militares.