Los Roques, la isla de lujo más famosa de Venezuela que el Gobierno no quiere perder

  • Es el destino favorito del Gobierno chavista y de empresarios afines

  • Nuevas edificaciones de lujo se están construyendo de manera ilegal en la isla saltándose la normativa y destruyendo el medio ambiente

  • Según un informe de la Asamblea Nacional e InsightCrime, es lugar de paso del narcotráfico y el contrabando de oro

El Archipiélago de Los Roques es un sueño de colores imposibles. Arena blanca, aguas cristalinas de turquesa impoluto y límpido. Está situado a 176 km al norte de la ciudad de Caracas y forma parte del Territorio Insular Francisco de Miranda. Consta de más de 300 islas y cayos, 307 especies de peces y 92 tipos de aves. Una perla del Caribe.

Considerado el segundo parque marino más grande de América Latina, acceder a este paraíso no es sencillo: la única manera de llegar es en avioneta o en barco privado, lo que convierte al archipiélago en el destino preferente de turistas con un alto nivel económico y de políticos del Gobierno o empresarios amigos del chavismo, que encuentran en Los Roques el lugar perfecto para hacer y deshacer trabajo y placer. Todo va unido en sus altas esferas. Son los conocidos en Venezuela como “enchufados” o “boliburgueses” (haciendo el juego de palabras con “bolivariano”).

La única isla habitada de manera permanente es el Gran Roque, donde se ubica el pueblo de casas de colores y calles de arena de playa. No existen los coches ni los vehículos motorizados que contaminen un entorno que los autóctonos cuidan con mimo. Sus aproximadamente 3.000 habitantes caminan descalzos o en chancletas de un lado para otro.

Hay un total de 69 posadas autorizadas con precios que oscilan entre los 80 y los 200 dólares por día (para los venezolanos, en el caso de los extranjeros los precios aumentan una media de 20 o 30 dólares) con todo incluido: desayuno, almuerzo y cena con bebidas no alcohólicas. En Los Roques no hay por el momento problemas de agua y luz como en el resto de Venezuela, porque en el año 2013, una normativa del extinto Ministerio de Ambiente (decreto 174) prohibió el otorgamiento de nuevas concesiones para construir más lugares turísticos o que pudieran atraer nuevos habitantes que sobrecarguen los servicios. De esta manera, los pobladores subsisten con una planta eléctrica al borde de su capacidad y con una planta desalinizadora que produce solo 250.000 litros de agua dulce por día.

Cuarentena paralizados y nuevos inquilinos ilegales

Los Roques ha estado cerrado al turismo durante toda la cuarentena por la pandemia en Venezuela. Aún así, los aviones y jets privados continuaron aterrizando en la pequeña (y peligrosa) pista de aterrizaje ubicada junto al pueblo. En su interior suelen viajar miembros del Gobierno o amigos.

Este pasado fin de semana, por ejemplo, se paseó por Los Roques el Ministro de Vivienda, Ildemaro Villarroel, prometiendo casas nuevas a los vecinos de cara a las próximas elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. El compañero de Delcy Rodríguez cenó el pasado sábado en el restaurante El Canto de la Ballena con vistas al mar y tres amigos; una cena de 40 dólares por persona, bebidas aparte.

La mujer de Diosdado Cabello alquiló un catamarán los primeros días de noviembre para navegar entre los cayos (su hija Daniela se casó en Los Roques en diciembre del año pasado con el reguetonero Omar Acedo. La boda duró dos días y costó 16 millones de dólares) y Nicolás Maduro Guerra, “Nicolasito”, el hijo de Nicolás Maduro, que se presenta como candidato a diputado en los comicios parlamentarios, visitó la isla con unos amigos, presumiblemente para hacer campaña política, a mediados de mes.

Nicolasito y sus amigos se hospedaron en la posada de lujo Tsunami, propiedad del empresario portugués Víctor Manuel Martins Alfaiate, que opera a través de la Cadena Paradise varios hoteles de lujo en la isla venezolana de Margarita y otras zonas del oriente del país. Sus alojamientos los promociona en sus boletines el Ministerio de Turismo; y el empresario quiere promover además en el Cayo Francisquí de Los Roques (uno de los más famosos) una infraestructura de bungalós de 28 módulos que emulen el famoso complejo de este estilo de la isla de Bora Bora, en la Polinesia Francesa.

El pasado 2 de noviembre, el Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (INAC) anunció que el aeropuerto de Los Roques abría tras casi ocho meses sin vuelos comerciales. En estos momentos, es el único aeropuerto nacional que ha reactivado sus vuelos y el turismo comienza a volver a cuentagotas. Por el momento, solo están autorizadas a volar la compañía aérea estatal Conviasa (sancionada por EEUU) y la privada hermana Airway, que fleta sus vuelos chárter.

Los billetes oscilan entre los 250 y los 300 dólares ida y vuelta, y aunque pueden reservarse de manera particular, el tedio de la logística (no funciona su página web y los horarios de atención al público de sus oficinas son inciertos debido a la cuarentena y el desastre organizativo que suele caracterizar a estas compañías en manos del gobierno) provoca que sean las agencias de viajes casi de manera exclusiva quienes hagan las reservas a los pasajeros. También existe la opción de alquilar un vuelo privado en caso de que se hayan agotado los asientos en las avionetas comerciales con capacidad para entre 10 a 12 personas. El precio de alquilar un jet privado ronda los 1.500 dólares por trayecto.

Los habitantes de la isla estaban esperando con ansia esta reapertura al turismo porque la cuarentena ha sido la gota que ha colmado el vaso de una crisis que también se nota en el archipiélago de lujo con una caída sostenida en el número de visitantes de hasta el 60% según indican los dueños de las posadas.

El suministro de alimentos, gas, gasolina o insumos médicos llega a la isla a través de un barco de la Armada Bolivariana que atraca una vez a la semana en el puerto. Solo un barco privado, el Normandía, está autorizado a hacer viajes con alimentos a Los Roques para suministrar pedidos a las posadas que de manera privada y al por mayor negocian algunos productos. El barco de la Armada también es el encargado de traer gasolina a los lancheros que hacen los viajes turísticos desde el muelle del pueblo de Los Roques hasta las principales playas o cayos del archipiélago: Francisquí, Madrisquí, Cayo de Agua, Cayo Pirata, Nordisquí o Crasquí, entre otros.

La escasez de combustible que sufre el país está llegando también a la isla y los lancheros se quejan de que solamente están repartiendo 100 litros por cada barca, una cantidad que dependiendo de la distancia a recorrer puede durar entre uno o dos días. Imposible reactivar el turismo al 100% si no hay gasolina para trasladar a los exigentes huéspedes. Estos traslados son el principal sustento de este colectivo que durante el confinamiento se ha dedicado a la pesca y ahora tratan de compaginar ambas actividades.

Sin embargo, lo que más preocupa y menos gusta a los autóctonos de este paraíso venezolano son los nuevos vecinos que están construyendo sus casas de súper lujo de manera completamente ilegal en una zona reservada junto a la pista de aterrizaje. Todos los materiales de construcción para estas edificaciones también los lleva hasta este enclave inhóspito en mitad del Caribe el mismo barco de la Armada Bolivariana, y los lugareños se quejan de que durante las semanas de confinamiento, mientras el barco se demoraba en llegar cada vez más y en muchas ocasiones no llevaba lo necesario, nunca faltaban ni el cemento, ni los caros materiales para continuar las obras de alto nivel.

Se trata de ocho construcciones premium autorizadas por el Ministerio de Turismo y el Instituto Nacional de Parques (Inparques) que están levantando varios empresarios afines al Gobierno de Nicolás Maduro saltándose toda la normativa para construir en enclaves naturales protegidos. De esta manera, el decreto 174 de 2013 que impedía otorgar nuevas concesiones para construir absolutamente nada queda en papel mojado por orden del gobierno chavista. “Se suspende el trámite y el otorgamiento de nuevos contratos de concesiones para realizar dentro de la jurisdicción del Parque Nacional actividades de tipo comercial, turísticas, recreacional y de servicios”, afirma la normativa.

¿Quiénes son los nuevos vecinos ricos?

Según un reportaje de investigación publicado recientemente por la web Armando.Info (vetada en Venezuela), entre los nuevos vecinos se encuentra Anselmo Orlando Alvarado, padre de Orlando Alvarado, vicepresidente de finanzas de Derwick Associated, empresa conocida por conseguir contratos millonarios en el año 2009 con la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), hoy completamente quebrada. Algunos de sus miembros están siendo investigados en la actualidad en Estados Unidos por juicios de fraude y malversación.

Al lado del módulo de la familia Alvarado, se encuentra según el reportaje del portal web de investigación, la construcción de los hermanos Tadeo y Bernardo Arosio Hobaica: una posada de una sola planta autorizada por el Ministerio de Turismo saltándose todas las leyes. Los hermanos Arosio tienen varias empresas en Venezuela dedicadas a diferentes áreas con la construcción como eje principal.

Otro de los polémicos nuevos vecinos, el único que ha terminado de construir su edificación, es Julio Luis Borges Riquezes, conocido por ser amante del windsurf y por formar parte de la Junta Directiva de la televisión privada Televen. Además, es socio propietario de una empresa offshore con sede en Aruba llamada Stone Fort Finance A.V.V.

Según revela Armando.Info citando como fuente a un empleado de Riquezes, el empresario utiliza su complejo como lugar de encuentro para amigos “famosos y poderosos”. “A esa casa asisten artistas, muchos invitados extranjeros y también gente poderosa de la política”, sostiene el trabajador.

“Lo que más me molesta es que están utilizando el dinero de los venezolanos mientras la gente se muere de hambre, y que están apropiándose de estos lugares que son de todos y los están destruyendo”, se queja Estela (nombre ficticio para salvaguardar su seguridad), la encargada de una de las posadas de Los Roques que lleva un año trabajando en la isla. Dejó el estado fronterizo con Colombia en el que vivía y a su hijo de 15 años al cuidado de sus abuelos porque su sueldo de maestra de secundaria no le alcanzaba para vivir. Aceptó la oferta para trabajar en Los Roques, aprendió a cocinar y cambió radicalmente de vida.

“Una vez crucé a Cúcuta (frontera colombiana) para vender mi cabello y poder hacer mercado (la compra de alimentos). Me dolió muchísimo porque lo tenía larguísimo y me encantaba, pero el cabello crece y no teníamos nada para llevarnos a la boca”, cuenta.

Ahora gana en dólares como el resto de trabajadores del pueblo. Los sueldos oscilan entre los 70 y los 200 dólares mensuales, muy por encima del salario mínimo legal del país, que no supera los 2 dólares en la actualidad y que es el más bajo de todo el continente latinoamericano. Con esa cantidad, Estela se mantiene en una isla donde todos los productos se encarecen hasta un 30% respecto al resto del país, y puede mandar dinero a su familia para que no les falte un plato de comida en la mesa. Está contenta, aunque hace más de un año que no ve a su hijo y no sabe cuándo podrá visitar a su familia.

“Mi hijo está loco por venir, pero yo no quiero. Aquí hay muy malas conductas, mucha droga y prostitución”, dice. “Las chicas jóvenes del pueblo se acercan a los turistas para sacarse unos reales (dinero) a cambio de sexo, y los chicos, como no tienen nada que hacer después de la escuela, se la pasan de fiesta o consumiendo lo que llega de fuera”. A pesar del confinamiento, los yates, barcos o vuelos privados no han dejado de frecuentar el paraíso. El coronavirus se ha notado mucho menos en Los Roques.

Lugar de fiesta y ruta de la droga

Un informe publicado en 2019 por InsightCrime revela que un grupo de delincuencia organizada opera desde Los Roques transportando drogas y oro al resto de islas del Caribe. A este documento hay que añadir una investigación realizada por la Subcomisión de Lucha Antidrogas, Antiterrorismo y Delincuencia Organizada de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, que afirma que esta red de narcotráfico estaría vinculada a la ex Ministra de Turismo chavista Stella Lugo Betancourt, que desde 2017 y hasta diciembre de 2019 fue la jefa de gobierno del Territorio Insular Francisco de Miranda, jurisdicción Los Roques. Junto a ella, formarían parte de la banda según la denuncia de la Asamblea, Carlos Betancourt y Noel Lugo, primo y hermano respectivamente, además de un empresario italiano y un venezolano afincado en Estados Unidos.

Por otro lado, una de las últimas polémicas que ha protagonizado el archipiélago de Los Roques fue la famosa “coronaparty” que tuvo lugar al principio de la pandemia en el cayo de Madrisquí y que contó con varios positivos de Covid-19 que más tarde fueron responsables de nuevos contagios masivos. Se llegó a hablar de que el paciente cero de Venezuela salió de esta party cinco estrellas, aunque este dato nunca se confirmó de manera oficial.

A la fiesta en cuestión acudieron personajes conocidos del mundo de la farándula chavista como Jesús Amoroso, alias “El Duque”, un reguetonero de segunda hijo del contralor del gobierno y ex constituyente Elvis Amoroso. Según rumores y fotografías que circularon por las redes sociales sobre la presencia de varios famosos en esta fiesta, también habrían acudido hasta allí como invitados de lujo Zion, J.Quiles o Nakary.