La población ucraniana busca a la desesperada refugio en las numerosas ciudades atacadas por los misiles rusos. Hay situaciones verdaderamente dramáticas. Un grupo de médicos y enfermeras de Dnipro ha tenido que improvisar un búnker en el sótano de su hospital para proteger a una docena de recién nacidos de su UCI pediátrica.
Algunos bebés incluso necesitan respiración asistida, pero en ese momento había una lluvia de misiles volando sobre sus cabezas, y salir de ahí no es una opción que se contempla. Todo quedó grabado en vídeo. La indignación por la situación aumenta por momentos.
Con miedo y, tal vez, con una manta por encima. Así pasaron la segunda noche de guerra miles de ucranianos en el metro de aire soviético. Cuando amanece, quien puede se lleva algo al estómago. El sonido de las alarmas, más propio de otras épocas, se repite. Corren a los refugios quienes todavía no bajaron.
Estaciones abarrotadas. Cada vez es más difícil abrirse paso. Hay lágrimas de horror que sobrecogen. Y pasillos del metro donde le cantan a la paz. En el sótano de una Facultad de Medicina se refugian estudiantes indios. Algunos apuran para ponerse a salvo. La guerra suena en Kiev.
"Bajen a sótanos y búnkeres improvisados", se puede escuchar por megafonía. Mientras, muchos rezan y cantan, sabiendo que la capital está acosada y acorralada por Vladímir Putin. Quienes no salieron de su casas, limpian los destrozos y cantan con orgullo su himno: "Larga vida a Ucrania", canta una mujer sollozando.