¿Giro en la mayor tragedia espacial?: los tripulantes del Challenger no habrían muerto en la explosión del transbordador

  • El excientífico de la NASA, Kevin Cook, sostiene que el módulo en el que iban los tripulantes se salvó de la explosión

  • Según su versión, relatada en un libro, los siete tripulantes habrían muerto en la caída a la tierra

  • La explosión del transbordador Challenger en 1986 es la mayor tragedia espacial de EEUU

Fue un martes 28 de enero de 1986 cuando el transbordador espacial Challenger, apenas 72 segundos después de su lanzamiento, se desintegraba en el aire en lo que se considera como la mayor tragedia espacial de EEUU. Siete miembros de la tripulación que se encontraban a bordo, murieron por el terrible accidente. Sin embargo, contrariamente a lo que pueda dictar la lógica, lo que ha trascendido ahora es la posibilidad de que no muriesen exactamente cuando el transbordador explotó en el aire.

Así lo defiende el excientífico de la NASA, quien sostiene en su libro ‘The Burning Blue: La historia no contada de Christa McAuliffe y el Challenger de la NASA’, que cuando se produjo la explosión y el transbordador se desintegró el módulo o cubículo en el que se encontraban los siete miembros de la tripulación quedó intacto y se separó de la nave. Eso quiere decir, básicamente, que según esta hipótesis todos ellos “estaban conscientes, al menos al principio, y se dieron cuenta plenamente de que algo iba mal”. Smith, Dick Scobee, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Judith Resnik, Gregory Jarvis y Christa McAuliffe, –de acuerdo a lo expuesto en el libro por Kevin Cook, como recoge New York Post–, eran plenamente conscientes del desastre que se produjo apenas un minuto y 12 segundos después de que el transbordador alcanzase dos veces la velocidad del sonido.

Los tripulantes habrían muerto en la caída a la tierra

Así, cuenta Cook, probablemente sobrevivieron a la explosión, que se desencadenó después de que un problema con el cohete propulsor derecho hiciese que gotease combustible; unas gotas que, debido a un cúmulo de infortunios, lograron escaparse por un espacio de apenas ‘milímetros’ dando lugar a una llama que terminó por ser letal cuando llegó al tanque de combustible. Sin embargo, perdieron la vida en la caída a la tierra; en el terrible impacto al caer al océano en una velocidad que se estima que fue superior a los 330 kilómetros por hora.

Según recoge New York Post, la caída, –que se produjo después de que, por la inercia y tras la explosión, ascendiesen primero durante 20 segundos–, duró más de dos minutos

Tras ello, lo que se sucedió fue el drama y una investigación que, según Cook, parecía querer mirar a otro lado. De hecho, en su libro señala que antes del lanzamiento hubo múltiples retrasos respecto a las fechas previstas inicialmente y, de hecho, dos días antes hubo un intento que fue frenado por la lluvia.

Aquel trágico 28 de enero, las temperaturas en la plataforma de lanzamiento eran más frías que en cualquier lanzamiento anterior, y de hecho, se señala a las temperaturas como una de las causas de que un mecanismo no se expandiese lo suficiente para impedir que las gotas de combustible desencadenasen en última instancia la explosión.

Según recoge el medio estadounidense, el lanzamiento parecía ‘envenenado’, “mordido por una serpiente”, desde el principio.