Madison McManus, una joven de 28 años de Nueva Jersey (EEUU), celebra llevar tres años sin consumir ningún tipo de droga. Adicta desde los 15 años y madre de una niña de 9, cuenta qué le hizo dar un giro radical en su vida y anima a otros que pudiesen estar en una situación similar a hacer lo mismo.
“Cuando tenía solo 15 años comencé a consumir crack y heroína”, cuenta McManus al diario ‘Daily Mail’. A esa edad, comenzó a ir a rehabilitación con idas y venidas hasta los 18. Precisamente, en ese momento, se quedó embarazada y permaneció nueve meses sobria. Hasta ahora, que celebra tres años, nunca había estado tanto tiempo sin consumir.
Pero, la joven volvió a recaer. “Dejé la escuela, renuncié a la custodia temporal de mi hija, simplemente no podía dejar de consumir. No tenía familia en mi vida en este momento, ni amigos, ni alma, estaba solo”, relata la joven que lamenta el sufrimiento que le ocasionó a su círculo cercano.
“Empujé a todos y a todo, y comenzó una carrera de seis años sin hogar en una ciudad áspera y oscura”, expresa la joven a quien arrestaron en varias ocasiones por posesión de drogas y robo. “La enfermedad me tuvo en sus garras durante seis años, manteniéndome cautiva. Sentía tanta vergüenza y arrepentimiento por perder a mi hija, perder a mi familia y perderme a mí misma”, añade.
El 18 de julio de 2018, fue un punto de inflexión en su vida: fue el último día que consumió. En prisión, decidió rehabilitarse. “Fui a un programa de 30 días en el sur de Jersey, luego quise continuar con el tratamiento y fui a un centro de rehabilitación durante cuatro meses”, explica.
Pero el “verdadero trabajo vino cuando conseguí mi propio apartamento en el sur de Jersey después de todos mis programas. Encontré Alcohólicos Anónimos, y ahí fue cuando comenzó el verdadero crecimiento”. La joven decidió recuperarse y encontró el apoyo de sus padres, hermana y amigos, que ahora tratan de ayudarla a recuperar la custodia de su hija, de ahora nueve años.
Además de recuperarse ella misma a través de un “proceso diario”, muestra a otras su camino. "Tengo un médico con quien trabajar en mi trauma, tengo amor propio y, sobre todo, tengo una solución que las palabras no pueden describir lo agradecido que estoy", expresa la joven que admite que se trata de un "trabajo de mantenimiento en el que me mejoro y crezco espiritualmente".
Así, anima a otros a recuperarse porque, confiesa, “fue una sensación tan enriquecedora ver que yo era el problema y que nada cambiaría hasta que yo me cambiara. Hoy tengo una paz interior y una tranquilidad que no se puede expresar con palabras”. "Para cualquiera que esté luchando, hay una respuesta, hay una solución para esta enfermedad", dice, animando a no darse por vencido nunca ante un caso de adicción.