Toda seguridad es poca en Washington para la toma de posesión del presidente electo Joe Biden. Más de 25.000 militares de la Guardia Nacional patrullan las calles para evitar que los violentos de la extrema derecha repitan las escenas del asalto al Capitolio.
Nada puede quedar al azar para que este miércoles la investidura del nuevo jefe de la Casa Blanca, el demócrata Joe Biden transcurra con seguridad. El FBI teme cualquier escenario, sobre todo después de que un hombre armado haya sido detenido cuando intentaba entrar al capitolio con una acreditación falsa.
En la mente de medio mundo, quedan las imágenes de la turba que asaltó el pasado 6 de enero el Capitolio de EEUU, la violencia desplegada y sus intenciones de asesinar a los congresistas demócratas. Ante la amenaza real de que se pueda volver a repetir más de 25.000 soldados, el mayor despliegue nunca antes visto, custodian la capital a 48 horas del acto de investidura de Biden.
Más de 12 capitales de estado han blindado sus edificios presidenciales donde este domingo se han concentrado en Michigan o en Pensilvania, algo más dispersos, manifestantes de extrema derecha, y también contrarios a Trump. Del que nada se sabe y que tampoco estará, por primera vez en 100 años, en la toma de posesión de su sucesor. A quién si se le ha visto es a su vicepresidente, Mike Pence que junto a su mujer ha despedido por última vez a las tropas antes de dejar este miércoles su cargo.
Joe Biden, mientras tanto, prepara su hoja de ruta en la que nada más jurar como presidente, sin público, volverá a incluir a Estados Unidos en el Acuerdo de París contra el cambio climático, así como reflotar la economía y reforzar los hospitales y el personal médico para luchar contra la pandemia.